┊Capítulo treinta y dos

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No me odien, yo los quiero mucho lsksljsks🫶💘
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Podía oír claramente las palabras que el padre le dedicó al hijo mientras lo arrulló entre sus brazos hasta hacerlo dormir. Y, con esa imagen en la mente, Hinata se permite descansar.

Pero incluso después de descansar, entre sueños, podía oír un llanto. El llanto de un niño. Un llanto desgarrador que le alerta de inmediato. Intenta reaccionar, pero su cuerpo es tan pesado que nada en ella responde. Quiere gritar, pero sus labios parecen estar pegados entre sí. Quiere mirar, pero a duras penas logra abrir sus ojos.

No entiende qué está ocurriendo, porque ahora, la preciosa imagen con la que se fue a dormir antes, parecía ser todo lo contrario. Estaba horrorizada. Ya no era Naruto quién sostenía a su pequeño, él simplemente no estaba. En cambio, Toneri sí.

Eso es lo que Hinata podía ver, aún con su vista borrosa y su cuerpo ardiendo en dolor.

Cierra sus ojos con fuerza, lo único que respondía a ella ahora eran sus sentidos. Al menos si audición. Podía oír pasos crujir cerca de ella, demasiado cerca, tan, tan cerca que el miedo se había instalado en su cuerpo, pero aún así se obliga a abrir sus ojos otra vez, y ahora el escenario a cambiado por completo.

Hinata no se encuentra en ninguna habitación de hospital, mucho menos rodeada de tranquilidad. Está... tirada en alguna parte, de algún lugar... ¿Pero dónde? ¿Qué estaba haciendo antes de llegar ahí? Ella...

Ella estaba de camino a una misión, con sus compañeros de equipo, en el bosque, pero entonces... algo ocurrió.

Ni siquiera logra divisar correctamente. Lo único que siente es la tierra fría bajo sus dedos y una superficie fría y áspera debajo de su cuerpo. Su respiración acelerada, el dolor en su cabeza, en sus extremidades. ¿Cómo es que había terminado así? ¿Y su equipo? ¿Dónde estaban sus compañeros? ¿Dónde estaba Kiba? ¿Dónde estaba Shino? ¿Dónde estaba Akamaru? ¿Dónde estaba ella?

El miedo se instala en su pecho, la sangre se le hiela de tan solo pensar lo peor. No sabe a dónde ir, porque tampoco puede ponerse de pie. Intenta hablar, pero ni siquiera es capaz de oír su propia voz. Aún así, llena de terror, intenta contactarlos, intenta ver más allá de su campo visual aún su sus ojos parecen estar muy dañados. Ella parece estar muy dañada, pero absolutamente nada tenía sentido.

—K-Kiba —el nombre de su amigo brota de sus labios en un suspiro doloroso. Tiene que aclarar su garganta con más fuerza al menos para poder escucharse a sí misma, porque hasta el momento no lo ha conseguido. — Kiba... —balbucea. — ¡Kiba! —grita, finalmente.

Su garganta se desgarra, pero es mucho peor cuando no recibe respuesta. Siente que el corazón se va a salir de su pecho en los próximos segundos. Las lágrimas caen de sus ojos, la angustia crece igual que el desespero dentro de su ser, y todo empeora cuando un susurro llega hasta sus oídos. Es como una caricia sutil que no quiere recibir, un soplido de viento que le acaricia el oído, el cabello y el cuello. Su cuerpo tiembla, sus ojos se cierran en rechazo hacia esa voz que había dejado de oír hace mucho tiempo, y que, francamente, jamás creyó volver a escuchar.

—¿Me extrañaste? —pregunta.

Hinata, con mucho esfuerzo, logra observarlo de reojo. Está a su altura, apoyando todo su peso en su propio cuerpo. Toneri Otsutsuki está ahí, a su lado, sonriendo tan frívolo que lo único que causa en ella es terror. Pronto, una de sus manos está sobre su rostro, acaricia con sus nudillos fríos una de sus mejillas y no puede detestar más ese toque. ¿Él había hecho todo eso?

Not remember you ┊NaruHinaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora