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Leonor se alejó por completo de la escuela, dejando que aquel muñeco pelirrojo se perdiera en sus propios pensamientos, su mente estaba cayendo en la locura y sin duda alguna, perdería mil veces sus objetivos antes de alejarse de la azabache, pero no era momento para estos sentimientos, no aún. Por fin, creyó que después de varios días sufriendo y soportando a estos malnacidos menores encontró la manera en llegar a ser "Eterno".
No supo con claridad la razón real por la cual Lena no pudo activar a su ejército escondido en aquella casa que le traía tantos recuerdos hermosos, pero en definitiva, sus filas estaban listas para el ataque. Lo que faltaba era una gran improvisación.
Y había encontrado a la basura que le ayudaría
—Supongo que solo por esta vez...—Chucky sonrió en grande, sus orbes azules brillando de emoción—Puedo usar al otro bastardo que quiere a mi Lena.
En el otro lado del pueblo se encontraba una mujer hermosa de cabellera carbón cayendo cual cascada, sus manos manchadas de lodo al igual que los mangos y las cubetas de las escobetillas que había tomado desde su hogar, una toallita secó la ligeras gotas de sudor que emergieron de su frente.
Lena pintó una sonrisa en sus bellos labios cuando observó su trabajo finalizado, era la primera vez que pudo encontrar tiempo suficiente para poder limpiar, sacudir y acomodar aquella superficie rocosa perteneciente del lugar lúgubre para muchos, pero para otros, el lugar del descanso eterno.
