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La hermosa casa de los Wheeler estaba por completo repleta de vecinos, amigos cercanos o personas que solo querían quedar bien ante la sociedad con la falsa empatía que esta le brindaba a los pobres hombres que acababan de perder a su esposa, como el caso de la alcaldesa Michelle Cross.
—Logan—la rubia exclamó para atraer la atención del nombrado—Lamento mucho, mucho tu pérdida.
El hombre observó a la mujer de reojo para aceptar con incomodidad el abrazo que ella le ofreció, sintiendo en su hombro una mano proveniente del esposo de la mujer, que en este caso y por el contrario de la rubia, Nathan sí que estaba dispuesto a brindar cualquier tipo de ayuda que esta familia necesitara.
—Si hay algo que necesites...—exclamó el alcalde del pueblo—Puedes pedirlo, de verdad y de todo corazón. Cuentas conmigo para lo que necesites.
Michelle dejó de prestar atención a la conversación mientras sus ojos recorrían la habitación con lentitud, buscando a una persona en específico, pero su objetivo se cortó cuando en su ángulo de visión apareció su malcriada hija, por lo que bufó antes de virar los ojos y tomar su celular para verificar qué eventos tenía después de esta falsedad de circo.
Por el otro lado, Lexy se dio cuenta de la forma en que su madre la despreció, decidiendo irse a charlar con sus amigas de algún club que estar con ella, pero al fin y al cabo lo agradecía, de esa manera podía estar consolando a Junior, quien por cierto, se movía incómodo del lugar cuando observó a lo lejos como Leonor aparecía por la enorme puerta de su hogar, enfundada en un hermoso vestido negro entallado.
—Junior, ¿Me estás escuchando?—Lexy preguntó cuando la mirada de su pareja se enfocó en el horizonte, obligándola a seguir aquello que logró la atención del corredor—Ah, claro. ¿Cómo no lo imaginé?—preguntó con sarcasmo
