CAPITULO 41

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Su "mañana nos vemos" se había convertido en una semana. Siete días que no sabia nada de ella, no volvía a la casa y no me contestaba el móvil en ningún momento.

Los primeros días la busqué en los lugares que sabía que frecuentaba, hasta me aparecí en la casa de Alonso, su hermano, pero su auto no estaba estacionado ahí, así que deduje que no se encontraba con él. Simplemente no la hallaba por ningún lado y eso me desesperaba a más no poder.

El tercer día se pronunció avisando a través de un mensaje de texto "estoy bien, no te preocupes". Solo eso, cinco palabras, más nada. Apenas leí el mensaje la llamé sin exagerar como cincuenta veces, sin éxito claro está. Tenía el móvil apagado.

Guardé las últimas prendas que aun se encontraban desperdigadas por la cama y las metí en mi maleta; yo no tenía nada que seguir haciendo en esa casa si ella no estaba. Esperarla no era una opción, no cuando ella se fue sin decirme ni siquiera la verdad de cuando iba a volver.

Lo había platicado con Katy la noche anterior, me iba a quedar con ella por un tiempo en lo que la situación entre Paula y yo se arreglará y tuviéramos una conversación decente para aclarar nuestras diferencias.

Luego de unos minutos más salí de la casa, Katy me esperaba en la entrada junto a un taxi, apenas me vio me ayudó con la maleta y subimos al auto en silencio. No podía estar más agradecida con ella y con el apoyo que me estaba brindando en estos momentos.

Los padres de Katy no se encontraban en el país, así que por ahora ella estaba viviendo sola. Subimos al segundo piso a la habitación de invitados para acomodar mis cosas.

- Si quieres podemos ver una película después que acomodemos tu ropa –

Aparté la mirada del pantalón que estaba doblando y miré a Katy quien me sonreía levemente.

- Esta bien, pero yo elijo cual ver – le respondí intentando sonreírle también

- Claro que sí, y podemos preparar unas palomitas de maíz

Asentí y continué haciendo lo mío. Sabía que intentaba hacer lo posible por animarme y evitar que no me desarme en llanto. Algo que no he podido lograr no hacer desde días atrás.

***

Miré la pantalla del móvil por onceava vez, su nombre en la bandeja de llamadas recientes me tentaba a insistir una vez más.

No quería escuchar la grabadora del buzón de voz, de tanto oírla me había memorizado la tonta frase "el número que usted ha marcado no se encuentra disponible, deje su mensaje en la casilla de voz".

Tiré el móvil en la cama y tomé la toalla para darme una ducha.

¿Por qué estaba haciendo esto? No entendía esa actitud que había adoptado conmigo, si tanto decía que yo no era madura con mis acciones, pues ahora mismo ella tampoco estaba siendo el más claro ejemplo de ello. Las lágrimas comenzaron a caer por mis mejillas sin control, ya no podía seguir reteniéndolas y fingir que no me dolía lo que estaba pasando, cuando no era así, la mente no dejaba de atormentarme con todo tipo de pensamientos, más malos que buenos, buscando alguna razón por la que Paula había tomado la decisión de irse tantos días de la casa sin siquiera dignarse a contestarme las llamadas, o de decirme en la cara que no quería verme. ¿Acaso me había dejado? ¿Era su forma de decirme que no quería saber nada más de mí? Porque hace días atrás estaba segura de conocerla perfectamente y hoy en día comenzaba a dudar de eso.

Salí del cuarto de baño después de no sé cuanto tiempo, me sequé el cabello, me puse el pijama y me eché a la cama a intentar dormir, ahora no quería saber nada del móvil.

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