🌼5.-Rosal y morder.🌼

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No veo a Nathaniel hasta que mamá me pide que le lleve a la iglesia paquetes de huevos de pascua porque se siente muy cansada como para ir ella misma, así que tomo la camioneta de mi padre, la lleno de huevos de pascua y conduzco allá

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No veo a Nathaniel hasta que mamá me pide que le lleve a la iglesia paquetes de huevos de pascua porque se siente muy cansada como para ir ella misma, así que tomo la camioneta de mi padre, la lleno de huevos de pascua y conduzco allá. 

Nunca he sido una buena conductora, en Boston nunca conduzco, así que no tengo mucha práctica, lo que hace que accidentalmente aplaste un rosal frente a la iglesia. Una mujer de casi la edad de mi madre sale gritando, yo voy de reversa y después bajo y me disculpo genuinamente:

—¡Lo siento mucho, en serio!

—¿¡Cómo se te ocurre hacer algo así!? ¡Dios mío!—grita y cuando está a punto de insultarme Nathaniel sale corriendo y al verme, la camioneta y el rosal aplastado sabe exactamente que pasó.

—Eloise, tranquila, Agnes no lo hizo a propósito.

¿Cómo sabe que fui yo? ¡Quiero ofenderme pero no puedo porque sí fui yo!

—Soy pésima conduciendo, lo lamento, en serio. Mañana mismo compraré y plantaré otro rosal más hermoso, se lo prometo—ruego.

—¡Ese rosal lo plantó mi hija! ¡Nada puede reemplazarlo ni ser más hermoso!—grita y yo pongo mala cara.

—Lo siento, en seri...

Nathaniel me hace una señal para que cierre le boca, lo cuál hago, y abraza a la mujer. La tranquiliza y le dice cosas que no alcanzo a escuchar por el llanto de ella. Los minutos pasan, veo el rosal y estoy genuinamente arrepentida. La mujer se va hacia su auto con lágrimas escurriendo por sus mejillas, yo quiero seguirla para pedirle perdón pero Nathaniel me toma de la muñeca y me pregunta:

—¿Qué haces aquí?

La mera pregunta me hace enfurecer. La mujer, al parecer llamada Eloise, enciende el motor de su auto, conduce en reversa para salir del cajón del estacionamiento y se va. 

—¿Que qué hago aquí?—repito—Mi mamá me pidió que trajera más huevos de pascua. Están en la camioneta, ¿A caso no puedo venir? ¿Me prohíbes el libre tránsito?

Quiere rodar los ojos, lo conozco, pero no lo hace y sólo suelta ese suspiro de hartazgo que sólo existe cuando estoy cerca. Estoy tan enojada que podría empujarlo, pero sólo aprieto mis puños mientras veo el rosal.

—No fue mi intención, fue un accidente, hace años no conduzco. 

—Se nota.

—¿Qué carajo te pasa?

—¿A mí?

—¡Sí!

—¡Atropellaste un rosal!

—¡Fue un puto accidente!, ¿Tú de verdad crees que lo hice a propósito? ¿Para que carajo haría eso?

—¿Podrías dejar de decir tantas palabras malsonantes?

EL FATÍDICO AÑO EN EL QUE ME ENAMORÉ DE UN SACERDOTEWhere stories live. Discover now