Capítulo 5.

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Para el amanecer, yo ya me encontraba completamente despierta, postrada sobre la cama, al lado de Nick. Desde hacía horas que me hallaba despierta, a decir verdad. Si se lo preguntan, Harry fue la causa de mi insomnio. Los sucesos del día anterior no paraban de repetirse en mi mente, como una cinta sin pausa. Apenas llegué a conciliar el sueño, y para cuando lo hice solo logré dormir dos miserables horas. 

Sentía los parpados pesados, y la mente cansada. Iba a ser un día largo. 

Es increíble las vueltas que puede llegar a dar la vida, ¿cierto?.  Me había costado meses reubicarme, y poder enterrar a Harry (y todas las memorias que con él se arrastran) en lo más profundo de mí ser.  Y finalmente, para cuando creí que lo había logrado, que lo había superado, que  estaba avanzando con éxito…él aparece—o bueno, técnicamente, nos volvemos a encontrar.  Así, sin más. 

Si bien ya lo sabía de antaño, es en ese momento—acostada, pensativa—cuando admito, para mí misma por supuesto, el gran impacto que Harry va a seguir teniendo en mi vida. Más allá del tiempo que transcurra, y de  los kilómetros que  nos separen—mas allá de si quiero aceptarlo o no—él siempre va a estar en mí. 

Creer que podía borrarlo todo,  deshacerlo, como si jamás hubiera sucedido era una clara y gran estupidez. No podía. Nadie puede librarse de su pasado. 

Nada es jamás al azar en la vida. El destino siempre tiene algo planeado y se tiene que estar listo  para lo que sea que se avecine. Mi única responsabilidad recae en actuar como adulta, darle cabida a la razón, y dedicarle todo mi afecto y atención a quien realmente se lo merece: Nicholas. Porque esa es la verdad, él merece que lo haga feliz. Nicholas merece, más que cualquier otra cosa en el mundo, que lo deje hacerme feliz también.  Después de todo, él luchó por eso—por un hueco en mi vida, por un lugar en mi corazón— y él se lo ganó. 

—¿A dónde vas? 

Nicholas debió despertar en algún momento sin embargo no me di cuenta hasta que habló. Para entonces me encontraba sentada a los pies de la cama matrimonial, calzándome las zapatillas deportivas. Até mi cabello en una coleta alta, y giré mi rostro para verlo. Se encontraba apoyado sobre sus codos, observándome con el rostro adormecido. 


—Son cerca de la siete de la mañana, Sam—dijo, entre bostezos—Anda, vuelve a la cama conmigo. 

—No logro conciliar el sueño—Me puse de pie y le regalé una pequeña sonrisa de labios sellados—Saldré a correr. No te preocupes, regreso en un rato. 

Él solo asintió, y se dejó caer de nuevo sobre la cama. Tratar de convencerme es solo perder el tiempo. Lo observé unos segundo más antes de darme la vuelta, y encaminarme a la puerta de salida. 

Esa mañana me salí de la rutina. Cambié la ruta, y no marqué el tiempo, simplemente corrí hasta que mis piernas, y pulmones dieron a basto. El despabilo era solo una tonta excusa  que me servía para ocultar la verdad razón por la cual me encontraba corriendo tan despavoridamente. Mi único propósito era olvidar todos aquellos jodidos problemas (Harry). Para tratar de deshacerme, aunque sea por una hora, del gran caos que se había generado en mi mente tras su aparición. 

Aminoré la marcha cuando los jadeos se intensificaron, y cuando comenzó a hacerme falta el aire. Detuve los pasos un segundo para reubicarme, me había alejado bastante de Central Park y del pent-house. Observé la hora en mi reloj de muñeca: 8:00 am. 

Para aquella hora las calles no se encontraban demasiado transitadas. Suerte para mí. Camine tranquilamente de regreso a casa. Solo tenía unas cuantas cuadras por recorrer. Pero, no me quejé. 

Iba distraída, sumida en mis pensamientos, cuando choqué con un cuerpo que salía de una de las tiendas comerciales. 

—Mierda—barbulló. 

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⏰ Última actualización: Apr 01, 2015 ⏰

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