Capítulo 1

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─¡Suéltenme! ¡HongJoong! Hong─ ¡Suéltenme! ¡Auxilio!

Esa era la voz de WooYoung pidiendo a gritos la ayuda de gente que jamás lo iba a escuchar. El edificio de las subastas era propiedad del hombre que inició con aquel negocio, hombre que muy seguramente en esos momentos esté agradeciendo infinitamente la aparición de WooYoung por tener tres millones de dólares en un dos por tres gracias a Park.
Los hombres que sostenían a los "peones" ─manera en que los vendedores llamaban a los chicos y chicas que ponían en subasta─, se llevaron a WooYoung hasta el sótano. De ahí lo metieron a una camioneta de paquetería privada, o más bien, una fachada de camioneta.

─¡Suéltenme, joder!

Las lágrimas de aquel chico, ya ni siquiera sabía la razón por la cual las soltaba. No sabía si era por ira, por enojo, por dolor, por asco, por impotencia, por miedo o por tristeza. Se le habían arrejuntado tantas emociones que no sabía ni qué sentir en ese momento. Al estar dentro de la camioneta, dos hombres lo sujetaron con firmeza de los brazos, mientras un tercero ─aparte de otros dos que lo sostenían de la cintura para abajo─ y colocó un pañuelo con cloroformo para que cayera inconsciente y así se lo pudieran llevar sin problema alguno. WooYoung luchó con todas sus fuerzas, pero era imposible soltarse, y el aire le faltaba.

Fue imposible no respirar, y a los pocos minutos de respirarlo, aquello lo noqueó.

Una hora y media después, aquellos hombres ya estaban entregando la "mercancía", como bien decían ellos

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Una hora y media después, aquellos hombres ya estaban entregando la "mercancía", como bien decían ellos. Park miraba atento todos los movimientos de aquellos sujetos y la enorme caja donde venía su reciente compra. Les dio quinientos dólares a cada uno de ellos y cerró la puerta de su apartamento una vez que estos se fueron.

¿Cosas buenas y a favor de Park al ser uno de los más grandes magnates de Los Ángeles? Vivía en una torre de condominios departamentales. Había comprado los últimos tres pisos para poder hacer un gran lugar para su gusto y sus bien costosos lujos: Su habitación al tamaño de un jardín de preescolar, con un baño de cuando menos del tamaño de una habitación normal; un piso donde la cuarta parte era su oficina de trabajo cuando estuviera en casa, y el resto, una especie de living con una mesa de pool en el centro y un televisor de setenta pulgadas; y en su último piso, su sala, comedor, cocina y mini bar. Todo eso en la mitad del primer piso, el resto, una habitación para invitados, o en este caso, sus compras. ¿Algo extra? Dos cosas: las ventanas yacían solamente al frente, los costados y la parte trasera eran tan solo muros de concreto, pero sus ventanales no eran cualquiera. Eran ventas espejo, así que nada ni nadie podría ver dentro de su hogar. ¿Lo segundo? Un departamento a prueba de sonido. Siendo alguien que evidentemente hace cosas ilegales, y no podría evitar que una persona escuchara sus compras gritar día, tarde y noche, se vio en la molesta necesidad de hacer eso. Aquel lujoso departamento le había costado una fortuna, pero se sentía satisfecho con los resultados.

─Bienvenido a casa, niño ─murmuró acercándose a la caja, abriendo esta con cuidado.

Al terminar de cortar la cinta con aquella navaja, sacó al chico de cabellos rubios de esta y lo tomó en brazos, llevándolo al cuarto preparado exclusivamente para los chicos que compraba en las subastas. WooYoung claramente no era el primero, y no iba a ser el último.Lo recostó sobre la cama y se quedó unos cuantos segundos mirándolo a detalle. Suspiró y salió del cuarto. No vio necesario colocar seguro a la puerta, así que simplemente lo dejó así. Sacó su teléfono y miró la hora.

La Subasta [SeongWoo]Hikayelerin yaşadığı yer. Şimdi keşfedin