Prólogo

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—Vamos a estar bien, amor. Vamos a estar bien.

El telón se abrió. Cientos de personas estaban sentados en una especie de sofás en hileras horizontales que iban hacia atrás. En estas, se encontraban hombres y mujeres. Hasta donde era de su conocimiento, HongJoong sabía de ese tipo de subastas. Se corrían los rumores acerca de la camioneta que los había subido a él y a su novio, WooYoung. Supo desde el segundo cero que esa camioneta que había frenado violentamente frente de ellos dos los iba a llevar a aquel sitio. Eran la clase de subastas clandestinas de Los Ángeles. Secuestrar a chicos y chicas de barrios bajos para venderlos a los magnates de la ciudad tan popular de Estados Unidos, pero daba la casualidad que ni HongJoong ni WooYoung eran de esos barrios. Tenían amigos que venían desde ahí, y ese día fue de mala suerte para ambos al ir de visita con uno de ellos.

WooYoung estaba temblando, llorando en silencio. Las lágrimas salían de sus ojos, mientras observaba a aquella gente vestida de traje, vestidos elegantes, con gran porte. Si los veías en la calle, no parecerían el tipo de personas que irían a ese tipo de eventos. El presentador comenzaba a dar la cifra inicial por cada uno de los que estaban parados en esa tarima. Primero, una chica de diecisiete. El monto inicial era de diez mil dólares. Pronto, las ofertas de los presentes comenzaron a llover. Doce. Quince. Veinte. Cuarenta. 

—A la una... a las dos... ¡vendida!

El asco y repudio que WooYoung estaba sintiendo en aquel momento era inmenso. ¿Cómo podría gente hacer ese tipo de cosas? Eran seres humanos, no objetos que podían vender a un precio que no valían en absoluto. No eran un objeto en venta. El segundo fue un chico, vendido en treinta y cinco mil dólares. El tercero fue otro, vendido en ochenta. 

—HongJoong... no quiero... no...

—Vamos a estar bien, bebé. Vamos a estar bien —HongJoong tomó la mano de su novio, apretando esta con fuerza.

El siguiente turno fue precisamente aquel castaño.

—La sufra inicial es de cien mil dólares.

WooYoung miró a su novio, aterrado, llorando desconsoladamente. No quería perder a su chico. No quería perder a HongJoong. El castaño miró a su novio con lágrimas en sus ojos, dejando que corrieran por sus mejillas.

—Doscientos cuarenta mil dólares a la una... a las dos... ¡vendido! 

Pronto, unos sujetos tomaron por los hombros a HongJoong, comenzando a llevárselo lejos de la tarima.

—No, no, no... HongJoong, ¡HongJoong! 

—Estaré bien, Woonie...

El castaño luchó por zafarse, pero sabía que sería en vano. Otros dos tipos sujetaron a WooYoung para evitar este se siguiera moviendo, y cubrieron su boca con una mano hasta que dejara de llorar. Él era el siguiente en ser subastado.

—El siguiente es otro asiático. Por lo visto, son fans de nuestra ciudad —el público reía ante lo dicho. WooYoung los miraba con odio, sintiendo miedo, tristeza, pánico—. La cifra inicial es de ciento veinte mil dólares.

—Ciento treinta.

—Ciento treinta mil dólares. ¿Quién da más?

—Ciento cincuenta.

—Ciento cincuenta. ¿Quién da más?

En el fondo del lugar, un hombre de cabellos negros llegó momento antes de que la subasta por WooYoung iniciara, más específicamente, entró cuando la subasta por HongJoong había iniciado. Bebía un vaso de ron con tranquilidad, esperando a que las ofertas por aquel chico de cabellos rubios terminaran.

Ese era el que él quería.

—Doscientos ochenta mil dólares a la una... a las dos...

—Cuatrocientos mil dólares.

El presentador miró hacia el hombre que había dicho aquello. SeongHwa había alzado su mano mostrando su chequera. El hombre que había dado la suma más alta antes del pelinegro gruñó con molestia. Quería a WooYoung para satisfacer sus necesidades.

—Cuatrocientos diez.

La mirada del presentador viajó nuevamente a quien se le iba a vender, pero nuevamente la voz de Park SeongHwa inundó la sala.

—Cuatrocientos cincuenta —su vista se dirigió hacia aquel sujeto. Lo conocía bien. Había hecho negocios anteriormente con él, y no permitiría que le quitara a aquel chico. Sonrió divertido al notar la mandíbula de este apretarse.

Por otro lado, Chris era un cliente muy frecuente en aquellas subastas, así que el presentador ya lo conocía. De hecho, antes de que la subasta iniciara, le envío fotos de cada rostro nuevo que subastaría, y habían quedado en que WooYoung iba a ser para él. 

—Ochocientos cincuenta mil dólares —Chris miró con irritación al sujeto que se encargaba de la subasta en esos momentos. 

SeongHwa, agotado, se levantó de su asiento, adentrando sus manos en sus bolsillos.

—Tres millones de dólares.

Los murmullos de asombro no tardaron en hacerse presentes. Chris maldijo en su interior. Park había llegado demasiado lejos con aquella suma que él no podría regatear. El presentador miró dudoso a Chris, y el conteo inició.

—Tres millones a la una... tres millones a las dos... —tragó en seco, sonriendo falsamente, nervioso—. Vendido.

Y WooYoung maldijo al hombre que lo había comprado en aquella subasta.

Y WooYoung maldijo al hombre que lo había comprado en aquella subasta

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La Subasta [SeongWoo]Where stories live. Discover now