Día 2: Aroma

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La cortinas están abiertas de par en par y rayos leves de sol pasan por las grandes ventanas, se refractan y los colores en abanico se extienden hasta llegar al rostro durmiente del castaño. Es un día blanco, hay nieve cayendo perezosa, muy menuda y con suavidad.

Las sábanas de rojo estampado están enredadas en su cuerpo como serpientes piadosas que no tienen intención de oprimirlo. La cama es un desorden en general, un par de almohadas están en el suelo y la única que aún se mantiene en el lecho está siendo estrujada y babeada por el apacible omega.

El señor Stark se había desvelado por terminar su nuevo proyecto. Generalmente, Jarvis lo dejaría dormitar hasta las 10 de la mañana, como máximo, pero esta vez no, la misión que le habían encomendado era despertarlo para que llegue a tiempo a su oficina.

Pero ya llevaba un retraso de 30 minutos de la hora límite que la IA se había propuesto. 

Si Jarvis tuviera la inteligencia limitada de su, a palabras del señor Stark, hermano, Babas, probablemente sentiría la emoción artificial de la tristeza y la decepción de sí mismo, pero como sus capacidad de procesamiento era mayor, por supuesto que estaba poniendo todo de sí para encontrar una solución y quitarle al omega esas orejeras para dormir.

Suponía que si fuera un producto corriente, los intentos ruidosos para despertarlo hubieran sido eficientes, pero como eran hechos y diseñados por el mismo señor Stark, la calidad para bloquear el ruido era mayor.

La puerta se abrió y por ella pasó Babas.

Había sido complicado traerlo desde el taller hacia el dormitorio por la torpeza que caracterizaba a la garra mecánica andante, pero al fin había llegado.

Jarvis le indicó que tomara la pierna desnuda del señor Stark que sobresalía de la cama. Babas, obedeció y el omega se movió un poco por el frío del metal. 

Posteriormente, se dio la orden de jalar y Babas lo hizo, retrocedió hasta que Tony se despertó por la brusquedad del movimiento y porque la mitad de su cuerpo estaba en el suelo.

—¡Hey, Babas!— gritó el castaño cayendo al suelo y siendo arrastrado con toda sábanas— ¡¿Pero que carajos?! ¡Detente!

Este obedeció y movió la garra con alegría por haber hecho un buen trabajo, aunque no entendía porqué Tony se veía enojado.

El hombre se quitó las orejeras y miró hacia el techo— ¡¿Quieres explicar porque esta hojalata está aquí, Jarvis?!

El brazo mecánico bajó la garra con tristeza. 

—Yo lo traje, señor Stark— Explicó— Usted no despertaba y tuve que usar medidas desesperadas. Déjeme recordarle que debe ir a Industrias Stark y que ya lleva 45 minutos de retraso...— el reloj integrado en Jarvis avanzó un lugar más— 46 minutos— aclaró.

—Mierda, mierda— masculló levantándose apresurado— Rayos y centellas o lo que sea— Para ir al baño, pasó al lado de Babas y le dio unas palmaditas— Bien hecho.

Este levantó su garra animado.

El aseo fue rápido. Tony podía decir con soberbia, aunque no era algo para estar orgulloso, que era un experto en ello por tener la mala costumbre de llegar en una hora diferente a la acordada. Citando a una reina, no es que él llegue tarde, los demás simplemente llegan más temprano.

Otros 30 minutos después, estaba saliendo de la mansión que su querida madre le había dejado. De todos modos Pepper iba a regañarlo, así que se tomó el lujo de estar presentable. 

Happy estaba esperándolo con el auto.  

—¡Tony! Perdón por llegar tarde, pero el trafico es un auténtico desastre y eso que vine con anticipación— Abrió la puerta del auto— ¡Yo le explicare a la señorita Potts!

Alma que se lo lleva el viento - Stony OmegacemberWhere stories live. Discover now