060. Escapando (por cuarta vez) de la casa de los Dursley

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Se encontraba en un lugar muy oscuro, no había absolutamente nada alrededor, solo oscuridad.

-Tú vas a venir a mi... si lo harás -dijo aquella voz en un muy pequeño susurro cerca suyo.

Se volteó para todos lados, pero no había rastros de que alguien más estuviera en esa habitación. Era solo ella.

-Me temo que tendré que declinar tu generosa oferta, yo no voy hacia nadie.

Escuchó de nuevo la terrorífica risa de Voldemort y las escenas de aquella noche volvieron a su mente. Vio de nuevo a Cedric caer en el suelo una y otra vez.

-No estés tan segura de eso...

Su serena expresión cambio. Estaba cansada de cada día tener el mismo sueño. Miró por todos lados en busca de Voldemort pero seguía habiendo solo oscuridad. Oscuridad y ella.

-¿Te atreves a llamar cobarde a mi padre y tú ni siquiera quieres mostrarte? Me parece que el verdadero cobarde es otro, Tom.

La risa de Voldemort volvió a hacer eco en todo el lugar, pero lentamente la risa del señor tenebroso se transformó en una risa diferente. Era la risa de una chica.

Logró ver un rayo verde a la izquierda y se volteó, una joven de cabello corto estaba de espaldas, con la varita en manos. Tenía la túnica de la casa de Slytherin y frente a ella estaba un cuerpo, uno sin vida. Ella reía y reía sin parar.

Charlie tragó saliva y se acercó un poco, cuidando sus pasos. Logró ver el cuerpo del chico. Era Harry. Estaba sangrando y tenía varios cortes en el rostro, estaba muerto.

-Esto es tan real como te puedes imaginar -dijo la chica muy lentamente, mientras se volteaba. Charlie la miró a los ojos-. Es lo que el futuro te depara.

-Tú no eres yo -dijo con firmeza, sintiendo como las manos le temblaban. La chica de ojos grises frente a ella soltó una muy escalofriante risa-. No eres yo.

-Soy la verdadera tú, Charlotte -ella comenzó a pasearse por el oscuro lugar-. Soy la que despierta cuando tú vas a dormir. Soy la que te conviene mantener en silencio. Aunque me escondas, estoy aquí, y no voy a desaparecer.

Guardó lentamente su varita y se empezó a arremangarse. Los recientes cortes en su piel se notaban más que nunca. Una gota se sangre cayó por uno de ellos, deslizándose por su brazo.

Mientras Charlie temblaba mirando aterrada aquella parte de ella, la gota cayó al suelo y con el contacto, la habitación ya no era oscura. Pero se encontraba fuera de la casa de los Dursley y la chica que sonreía como psicópata, ya no estaba allí.

-¿Harry? -su voz hizo eco por el lugar, se volteó pero no vio a nadie. Privet Drive estaba desolado-. ¡Harry!

Pero por más fuerte que hubiera sido el grito, ella no vio a Harry por ningún lugar. Suspiró y comenzó a caminar hacia la puerta de la casa de los Dursley.

Abrió la puerta muy despacio pero nuevamente, todo estaba en silencio. Lo único que escuchó fue el ruido de la puerta abrirse y se adentró a la casa.

Pensó en subir arriba, a su habitación, pero comenzó a escuchar voces desde la sala de estar y se detuvo en seco. A pasos sigilosos, se acercó a la puerta y la abrió, sacando su varita.

Vernon, Petunia y Dudley Dursley estaban arrodillados suplicando a llantos frente a la figura de una chica que estaba de espaldas.

-Las personas que tanto te hicieron sufrir -dijo en tono burlesco, girándose hacia ella-. Que nos, hicieron sufrir -pasó una mano por la máscara que tenía y se deshizo, dejando ver su rostro. Era ella de nuevo, ella misma pero adulta, ya no parecía una adolescente. Sus ojos eran fríos, carecían de calidez y brillo, solo era una mirada vacía y fría con una sonrisa intimidante-. ¿No era esto lo que querías?

La herencia de la Serpiente; (𝑯. 𝑮𝒓𝒂𝒏𝒈𝒆𝒓)Where stories live. Discover now