128. La Herencia de la Serpiente.

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Aviso: a partir de este, los capítulos serán mucho más largos que de costumbre.

Espero disfruten los últimos capítulos.

-LL.

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Charlie dio un par de pasos atrás mientras Neville embestía al trío de oro en un fuerte abrazo reconfortante. Se sintió ligeramente incomoda, preguntándose si habría alguien que la recibiría de tal forma y con tanto cariño una vez cruzara Hogwarts.

—¡Hey, Black! —saludó Neville muy feliz—. Creo que nunca había estado tan feliz de verte.

Charlie rió.

—A decir verdad, yo tampoco. ¿Que te ha ocurrido?

—¿Por qué? ¿Lo dices por esto? —Se señaló las heridas quitándoles importancia con un gesto—. ¡Bah, no es nada! Seamus está mucho peor que yo, ya lo verás. Bueno, ¿nos vamos? ¡Ah! —dijo volviéndose hacia Aberforth—. Quizá lleguen un par de personas más, Ab.

—¿Un par de personas más? —repitió Aberforth, alarmado—. ¿Qué significa eso, Longbottom? ¡Hay toque de queda y un encantamiento maullido en todo el pueblo!

—Ya lo sé, precisamente por ese motivo se aparecerán en el bar. Envíalos por el pasadizo cuando lleguen, ¿quieres? Muchas gracias.

Black ayudó a Hermione a subir a la repisa de la chimenea tomándola por la cintura y recordando como en tercer año había hecho la misma acción para ayudarla a subir.

Se sentía tan bien haber vuelto a Hogwarts...

—No sé cómo darle las gracias. Nos ha salvado la vida dos veces —dijo Harry en dirección a Aberforth antes de subir.

—Pues cuida de ellos —repuso Aberforth con brusquedad—. Quizá no pueda salvaros una tercera vez.

Harry trepó a la repisa y se introdujo por el hueco que había detrás del retrato de Ariana. Al otro lado se encontró unos desgastados escalones de piedra; daba la impresión de que el pasadizo era muy antiguo. De las paredes colgaban lámparas de latón, y el suelo de tierra estaba liso y erosionado. Los chicos se pusieron en marcha y sus sombras se reflejaron ondulantes en las paredes.

—¿Cuánto tiempo hace que existe este túnel? —preguntó Ron—. No aparece en el mapa del merodeador, ¿verdad, Harry? Yo creía que sólo había siete pasadizos que conectaban el colegio con el exterior.

—Todos ésos los cerraron antes de que empezara el curso —explicó Neville—. Ya no se puede utilizar ninguno de ellos, porque hay maldiciones en las entradas y mortífagos y dementores esperando en las salidas —se puso a caminar de espaldas, sonriente, como si no quisiera perder de vista ni un momento a sus amigos—. Pero eso no importa ahora... Oye, ¿es verdad que entraron por la fuerza en Gringotts y escaparon montados en un dragón? Se ha enterado todo el mundo, nadie habla de otra cosa. ¡Carrow le dio una paliza a Terry Boot por contarlo a los cuatro vientos en el Gran Comedor a la hora de la cena!

—Sí, sí, es cierto —contestó Harry—. La idea fue cortesía de nuestra domadora de confianza aquí presente —señaló con el dedo a Black.

—¿Cuando no Charlie tratando de domar animales?

—El que más me ha costado hasta ahora es la gatita que está frente a mí —Neville rió audiblemente y Charlie comenzó a sentir que jamás había estado tan feliz por escuchar reír a Neville.

—¿Que hicieron con el dragón entonces?

—Lo soltamos —dijo Ron—, aunque Charlie quería quedárselo como mascota...

La herencia de la Serpiente; (𝑯. 𝑮𝒓𝒂𝒏𝒈𝒆𝒓)Where stories live. Discover now