Parte 34

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9...

Alexandra

Mi mamá logró matricularme y por suerte no perdí el semestre, obviamente tendría que estudiar mucho pero nada que no se pueda recuperar.

-¿Quieres hacer algo ahora Alex? –mi madre preguntó ya ambas subidas en el coche.

-¿Puedo ir a ver a Cassandra? – mi corazón vibró ante la idea.

-Si, de paso veré a Christine -asentí de acuerdo.

Nunca entendí cómo es que mi madre la perdonó y no solo eso ahora tienen una clase de relación. Es cierto que ya mejore y estoy recuperada pero aun así hay un poco de resentimiento.

Christine me pidió perdón y la perdoné solo porque Cassandra era su hermana y de no ser por eso ya la hubiera demandado y metido en centro psiquiátrico.

Me dolió cuando mi madre dijo que la perdonaba pero lo entendí cuando sus ojos azules brillaron como estrellas al tener a Christine a su lado aun no entiendo qué clase de relación tienen pero si son felices con el tiempo aprender a aceptarlo del todo.

Llegamos a la casa de las no gemelas, cuando toque la puerta Cassandra abrió y al verme se lanzó a mi brazos pero luego vio a mi madre y se separó apenada.

-Hola Juliette –estrecharon sus manos– Pasen adelante.

-Hola Cassandra –dijo mi madre– ¿Dónde está Christine?

-Acaba de llegar de no sé donde, está en su cuarto cambiándose –mi madre asintió y corrió escaleras arriba en dirección al cuarto de Christine.

-Parece una niña enamorada –dije enojada.

-Tu eres mi niña enamorada –me sonroje y recibí un beso que me dejó sin aliento– Dejalas ser felices, créeme cuando te digo que Christine está cambiando por ella.

-Lo sé, pero aún tengo un poco de miedo.

-Nada de eso –me dio un beso rápido– Ella de verdad ama a Juliette y no hará nada que la lastime.

-Bien, pero estaré vigilandola —acepte aun poco convencida.

-Okey... Mejor ven a mi cuarto –le sonreí pícara ante su propuesta.

-Mal pensada, no haremos nada de lo que estás pensando.

-¿Cómo sabes en lo que estoy pensando? –levanté una ceja.

-Conozco esa sonrisa que pusiste –se encogió de hombros.

Riendo subimos a su habitación; Hermosa, grande y rosa, todo lo que Cassandra era, lo representaba en su cuarto.

-Muy linda tu habitación eh.

Me quedé absorbiendo el aroma que desprendía su cuarto que casualmente era el mismo que la castaña utilizaba.

-Gracias –se sentó en su cama– ven siéntate conmigo.

Sin renegar camine hasta ella luego ella se recostó en el respaldar de su cama acomodando unas almohadas en su espalda, comprendí lo que quería hacer, subí gateando hasta llegar a la altura de sus pechos donde coloque mi cabeza, la almohada más cómoda que podría existir.

-Estoy enamorada de ti Cassandra –sonreí orgullosa al escuchar su corazón acelerarse– ¿Quieres ser mi novia?

-¿Me lo dices en serio? –levante mi cabeza para verla, sus ojitos estaban a punto de derramar lágrimas.

-¿Cómo no podría serlo Cass? –la bese despacito, disfrutando de sus labios– Se que es muy de repente pero después te haré una cena romántica, te daré un gran oso de peluche y flores y...

-Si quiero –me interrumpió– No necesito nada de eso Alex, es suficiente con que sea real.

-¿Entonces ya eres mi novia? –la felicidad no cabía en mí.

-Si, ya soy tu novia –escuchamos como la puerta se abrió abruptamente.

-¡¿Quién es novia de quien?! –asustada me levanté de encima de Cassandra.

-¡No empieces Chritine! –soltó mi castaña viendo a su hermana que estaba en la puerta cruzada de brazos– ¡Y no interrumpas en mi habitación sin permiso! 

-¡Cassandra! –se quejó la pelinegra y mi madre llegó junto a ella– Tu no tienes permiso de tener novia.

-Nena, déjalas en paz –mi mama me guiño un ojo– Tienen todo el derecho de ser novias y más si quieren.

-No ayudes Juliette –la pelinegra rodó los ojos– Primero tenías que pedirme permiso a mi, Alexandra.

-Tu no me has pedido permiso a mi de besuquearte con mi madre y aun asi yo no te digo nada, Christine –mi mamá se puso roja y Christine la miró burlona.

-Como sea –miró a Cassandra– Tienen mi permiso y el de Juliette también.

Salió por la puerta antes de poder contestarle, luego mi madre salió riendo detrás de ella pero dejaron la puerta abierta asi que molesta me levante a cerrarla.

-La cierras y te corro de mi casa –me asuste al ver a Christine parada afuera de la puerta– Si quieres mi permiso deberás dejarla así, abierta.

-No le hagas caso –llegó hasta a mi lado Cassandra– Christine busca que hacer, no molestes.

Le cerró la puerta en la cara y con seguro, pudimos escucharla refunfuñar, mi castaña me llevó de nuevo a la cama para esta vez ella empujarme hasta yo quedar recostada en la cama y ella encima de mi, comenzo a besarme de tal manera que todo mi interior comenzaba a arder en llamas. 


. . .


Atte. L.P.

ChristineWhere stories live. Discover now