I

324 12 3
                                    

✧EL COMIENZO DE TODO✧

Toda princesa Disney tiene su cuento de hadas. Muchas empiezan siendo una chica simple, y acaban enamoradas del príncipe (futuro rey de todo un reino), siendo felices y comiendo perdices, y todo el cliché que le sigue a esa historia. Claro está, que antes de eso, han de pasar por muchas mierdas, como por ejemplo que una villana os intente quitar toda esa felicidad e intente que nunca estéis juntos ni seáis felices (o puede haber otras alternativas). Este es el caso de Cenicienta, Bella, Diana y Mulan, todas las otras ya son princesas desde el inicio.

Pues bien, ni yo era Cenicienta —que podría, pero no era el caso—, ni era princesa —ojalá, pero ni en mis sueños lo era—, ni había una villana —que perfectamente, podría haber sido mi madrastra— que intentara quitar mi inexistente felicidad con mi inexistente príncipe azul. También te digo que durante mi vida nunca necesité uno, y menos en ese momento.

Era una simple pueblerina, con la vida de una chica a la cual no le pertenece ni esa vida, ni ese cuerpo, ni nada.

Pero te relataré mi historia igualmente, porque para algo debía servir mi pobre e insignificante presencia en este mundo.

Todo empezó cuando mi padre se casó.

Pero antes de llegar ahí, vamos a ir al principio de todo. Cuando nací.

Erase una vez una niña llamada Eve. Cuando nació, iluminó el mundo que la envolvía con su luz. Con su preciosura y todas esas mierdas que dicen de los bebés, que a mi no me lo parecen. Son feos de cojones.

Pero sigamos.

Era una princesa a su modo, no tenía ni título, ni corona ni había nacido en un castillo, pero era la princesita de la casa Wright. A los ojos de sus padres era un tesoro que cuidarian hasta el día en que murieran.

Ella creció en una pequeña casita familiar. Esa casa que pasaba de generación en generación, y nunca perdía su encanto. Podría tener más de doscientos años que ahí seguiría. Podía mantener esa casa grande por mucho tiempo, el padre de Eve no era pobre, pero tampoco era rico, como Obama.

La pequeña Eve, había crecido a las afueras de la gran ciudad, envuelta en su propio y singular palacio de piedra roída y rodeado de naturaleza, pájaros que cantaban cada mañana y animales de la pequeña granja que había en el patio trasero de la casa. Ella le hablaba a los animales, como si en realidad ellos le fueran a contestar. Pero siempre tuvo la esperanza.

Spoiler: nunca lo hicieron.

Esa pequeña tenía un carácter tan risueño, amable, apasionado, iluso, soñador, bondadoso... era una pequeña ingenua.

El padre de Eve solía viajar a la ciudad por negocios, y siempre le traía un regalo particular y simbólico de allí donde fuera.

Por mucho que lo echara de menos, sabía que SIEMPRE volvería. O eso creia.

Ese día, le trajo un collar de Francia, en el que ponía que siempre estaremos juntos, por mucha distancia que haya.

Todo iba genial, perfecto y todo en la vida de Eve era feliz.

Pero un día, la tristeza azoto la puerta de esa casita de piedra, sin aviso alguno, asi llevandose a la madre de Eve.

Fue un duro golpe que recibió como un puñetazo en el estómago, Eve todavía recordaba las últimas palabras que le dijo su madre antes de irse.

—Recuerda siempre esto, Evelyn —le dijo su madre. Eve todavía no sabía a lo que se refería, no comprendía que le quería decir su madre. Pero más tarde lo entendería—: se generosa y ten valor. Te hará falta. Te quiero mucho ¿si?.

Una Cenicienta DiferenteWhere stories live. Discover now