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"BUENA LECTURA HERMOSO ÁNGEL"

Nictofilis.









En esta ocasión estaba sentado en la sala, su pierna derecha se movía rápidamente a causa de los nervios, sus codos estaban apoyados sobre sus rodillas entrelazando sus manos al tiempo que descansaban cerca de sus labios.

A simple vista parecía estar meditando un tema de suma importancia, para su suerte o desgracia así era. Su celo ahora estaba controlado, al menos en parte, pues había tomado alrededor de 4 duchas desde que había regresado del colegio para suprimirlo, ahora solo estaba esperando a que las manecillas marcaran el número nueve y que la puerta se abriera dejando ver a su padre.

Si bien podría simplemente dejar de lado el tema, pero sabía que se enteraría en algún momento y aquello era aún peor.

Cerró los ojos con fuerza, cuando miro el poco tiempo que le quedaba.

Sus dedos acariciaron su cabello antes de dejarse caer sobre el respaldo del sofá. Su mano tocó la zona de su cuello vendada, se quejó pues aun dolía, el simple movimiento de su brazo le resultaba complicado y molesto.

-Mierda- Se quejó cuando sintió otra punzada de dolor, que además le hacía sentir tan…vacío, tan triste.

Sin querer recordó al castaño, arrepintiéndose al instante cuando su lobo se removió aún más llamándole.

No estaba acostumbrado a tener que lidiar con él, mejor dicho, ni siquiera sabía cómo hacerlo.

Quiso relajarse, pero por más que lo intentaba no podía deshacerse de la imagen del Alfa, haciéndole enojar más.

Contrario a él, su animal lloraba dolido.

Estaba a punto de gritarle que parara con eso cuando la puerta se abrió poniéndolo alerta haciendo que se levantara de inmediato, su padre entró y elevó una ceja cuando lo miró de pie en la sala mirándolo.

-¿Qué haces aquí? ¿No deberías estar perdiendo el tiempo en tu habitación como siempre?- Se burló y camino con intenciones de llegar a la cocina pero la voz del pelinegro lo detuvo.

-Necesito hablar contigo-

El rostro de su padre se desfiguró por la sorpresa que le causaron aquellas palabras, sabiendo de sobra que apenas y se dirigían la palabra para nada más que pelear. Frunció aún más su entrecejo mirando directamente a los ojos de su hijo.

-E-es importante-

¡Mierda!

Maldijo en su mente de cientos de formas cuando el tartamudeo se apodero de su voz, así que antes de que eso volviera a suceder se aclaró la voz y miro el piso unos nimios segundos antes de volver a centrarse en los expectantes ojos de su padre.

Cerró sus ojos fuerte, inhalando profundamente y apretando sus puños con tal fuerza que sus nudillos se volvieron blancos por la presión, estaba temblando, todos sus músculos tiritaban involuntariamente, no sabía si iba a morir, pero si eso ocurría definitivamente lo tenía merecido y…¡joder!…¡al diablo con todo!.

Lo que tuviera que pasar que pasara de una maldita vez.

Sus suplicas fueron escuchadas, cuando antes de que si quiera lo dijera, su padre gruño haciendo que abriera los parpados mirando los asesinos ojos de su progenitor, que observaban un punto en específico ubicado en su cuello.

Tragó en seco formando una delgada línea con sus labios.

-Me marcaron- Dijo con simpleza aumentando la ira de su padre quien bufo como loco, se llevó amabas manos al rostro y lo froto desesperadamente antes de dejar escapar una risa amarga.

𝗦𝗘𝗟𝗖𝗢𝗨𝗧𝗛 - 𝗝𝗨𝗡𝗚𝗞𝗔𝗜Donde viven las historias. Descúbrelo ahora