Prólogo

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Los padres de Caillech estaban en palacio.

–Parece un niño en el solsticio de invierno –Comentó Elira mirando conmigo como Caillech y Krestel guiaban a sus padres para enseñarle palacio.

Mientras que Krestel se parecía mucho a padre y yo a madre Caillech era una mezcla entre ambos, como Elira y Ferenc.

Elira y yo estábamos sentados lo más arriba posible de las escaleras viéndolos pasar para seguir con la guía turística.

Desde que madre se fue nuestras clases se habían terminado... ya no teníamos nada que hacer.

–Príncipe y princesa, no deberíais estar sentados en el suelo –Nos interrumpió el secretario del ministro de magia.

Krestel a demás nos había dicho que él había sido el profesor de Caillech.

Era un hombre de 32 años que mucho había visto huyendo de mi cuando éramos mucho más jóvenes.

–Tu conoces a los padres de Caillech, verdad? –Preguntó Elira poniéndose en pie.

Y su caballera fue la que sacudió su vestido con cuidado.

–Si, pero no tengo una relación muy cercana con ellos, solo cuidaba a Caillech –Respondió apartando un poco su liso pelo negro medio azulado de la cara.

Al tener la ralla al medio, no tener flequillo y el pelo llegarle hasta la nariz muchas veces se lo echaba hacia atrás intentando que no le molestara mucho, aunque al final seguía igual.

–De que habláis? –Preguntó el ministro de magia también apareciendo por las escaleras.

Pero al ver que éramos nosotros y no cualquiera hizo una reverencia solemne.

–Les contaba que no conozco mucho a los padres de Caillech, nada más –Explicó el secretario volviendo a bajar un par de peldaños–. Vamos, sino llegaremos tarde a la reunión con el rey.

Y ambos se fueron siguiendo su camino seguidos al poco de Elira ya que se aburría. Yo me dejé estar sentado en el escalón con la cabeza apoyada en uno de los barrotes de la barandilla mirando hacia los pasillos solo viendo salir de vez en cuando a alguna sirvienta.

Todo mi tiempo estudiando... y ahora carecía de un pasatiempo para matar todas estas horas del día.

–Tahiel... tal vez ir a la biblioteca sería mejor que quedarse aquí –Intentó sugerirme mi caballero.

Lug llevaba días diciéndome que hiciera algo... pero ahora mismo carecía de fuerzas para hacer nada.

–El príncipe sigue aquí? –Dudó la voz del secretario del ministro de magia consiguiendo que dejará de mirar a la nada.

Volvía solo.

–No ha salido usted muy pronto de tal reunión? –Pregunté intentando mostrarme firme aunque no tuviera fuerzas ni para ponerme en pie.

–Quieres vigilar que estoy cumpliendo con mi trabajo? –Ofreció sonriendo como si no pasara nada.

–No –Negué con rapidez volviendo a apoyar la cabeza en el mismo sitio.

–Hay algo interesante que mirar? –Preguntó ya menos alegre.

–Ojalá –Murmuré notando que me pesaba hasta la voz

Pero, para mi sorpresa, el mago me agarró y puso en pie a la fuerza dejándome más que traspuesto.

–Pues vamos a buscar algo interesante, menuda forma más aburrida de matar el tiempo –Medio canturreo tirando de mi sin que Lug se quejara o tratara de quitármelo de encima–. Hasta tu caballero tiene que estar aburrido.

–Lug! –Me quejé intentando soltarme del mago.

–Mi señor, no le hará mal moverse –Se defendió siguiéndonos de cerca.

Genial, y mi caballero me vendía al primer mago que pasaba.

Al final terminé subiendo al piso de los magos aceptando que tirara de mi hasta el despacho del ministro.

El antiguo despacho de madre... estaba muy cambiado.

Las estanterías llenas de libros ahora estaban a rebosar de pergaminos, papeles y cartas, pero no de forma desordenada, todo estaba minuciosamente colocado y clasificado.

–Puedes sentarte en la silla del ministro si lo deseas, total, tarde o temprano este sitio te pertenecerá como ocurrió con la reina –Me ofreció separando la silla de la mesa antes de coger unas escaleras.

–A mi ya no me pertenecerá nada –Suspiré tocando muy superficialmente la mesa.

Pero sólo recordar el rechazo de madre...

Cerré la mano con la que había tocado la mesa y me la llevé al pecho casi hasta con dolor al mismo tiempo que retrocedía.

–Entonces no es un rumor, realmente renunciaste –Respondió el mago sentado en uno de los peldaños de la escalera.

Estaba casi arriba del todo para coger un pergaminos de la última balda.

–Ahora que ya lo has confirmado podemos seguir con nuestras cosas por separado –Concluí girándome para irme.

Mi sorpresa fue que la puerta se cerró con solo un chasquido del mago.

No había soplado el aire ni ninguna fuerza elemental intervino, como había..?

–No te dije que vinieras para confirmar un simple rumor, lo siento si se ha malinterpretado –Contestó el mago cogiendo el pergaminos que debía.

Y bajó de un salto a suelo firme poniendo el pergamino bajo su brazo.

–Que clase de magia realizas? –Pregunté algo tenso impidiendo que se acercara a mi.

Y Lug no dudó en ponerse entre ambos amenazando con sacar su arma.

–Temporal –Respondió parando en seco de caminar–. Lo de la puerta fue muy brusco?

Si había entrenado a un alquimista como es que él usaba una magia tan diferente?

Pero por si yo tenía alguna duda abrió la puerta solo con mover la muñeca y cerrar la mano.

–Realmente pensaba en preguntarle sobre algo que vi la noche en que Caillech consiguió la bendición, pero no me gusta hablar con un ambiente tan tenso, se pueden malinterpretar las cosas, así que si me disculpa.

Y se fue tan tranquilo por donde había venido.

Que rayos acababa de pasar?

Monarca (Yaoi/BL) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora