XXXIII

74 24 5
                                    

El viaje con Krestel fue tan tranquilo, aún con los nervios que guardaba por volver a ver a mis padres, que realmente se me hizo más ameno de lo esperado.

Krestel bajó primero para ofrecerme su mano y ayudarme a pisar tierra de nuevo.

–Te duele algo de ir tantas horas sentado? –Preguntó William haciéndonos acompañado por petición del rey para vigilar mi salud de cerca.

El rey al final, aunque se fiara plenamente de Ailish tanto como yo o Krestel, de verdad tenía miedo por mi salud preguntando cada semana a William como era mi progreso.

–Un poco las rodillas, creo que es por no estirarlas –Respondí dejando que Ailish colocara mejor el cuello de mi chaqueta.

–Aprovecharemos entonces para caminar unos 20 minutos con sus padres, le vendrá bien –Respondió sacando ya su detallado reloj de bolsillo.

William media los tiempos al milímetro con ese reloj.

–Caillech! –Saltó la voz de mi madre corriendo hacia mi saliendo de entre los viñedos.

Mi padre venía haciéndole sombra junto a otros dos hombres que comenzaron a ayudar a bajar nuestras maletas.

El abrazo que me dio lleno de cariño y preocupación me hizo volver a sentir un niño, pero como siempre que mi madre me abrazaba.

Krestel saludó a mi padre con una educación firme como si mi padre fuera un noble de alto renombre, pero él le respondió dándole un golpe en el brazo diciéndole lo mucho que nos había echado de menos.

–Mamá, papá, mirad os quiero presentar a mi caballera y a mi médico –Salté con ilusión una vez mamá me soltó.

Ailish hizo una reverencia solemne y William les dio la mano a ambos con educación.

–Gracias a ambos por cuidar a nuestro niño –Agradeció papá despeinándome–. Que pálido y delgado estas Caillech, estas comiendo bien? Has salido en verano a que te de el sol?

–No puedes pasarte cada día metidos entre libros y papeles estando enfermo –Añadió mi madre dándole la razón a papá.

–Cumple un estricto horario de descanso y ha salido todo lo que su cuerpo le ha permitido, aun tiene prohibido trabajar, así que no se preocupen, me encargo personalmente de que se mejore lo antes posible –Explicó William con algo de orgullo por su trabajo–. Ahora mismo le tocaría caminar por 20 minutos para ayudar a estirar sus articulaciones sin forzarlas.

Y eso dio pie a que comenzáramos a caminar con mis padres viendo lo mucho que estaban trabajando en los viñedos.

–Hay que terminar la vendimia antes de que venga la lluvia y el frío, así que todos estamos trabajando lo mejor que podemos –Explicó padre viendo a una mujer llevar una caja llena de uvas hasta arriba.

Al final ahora todo esto les pertenecía aunque se negaban a decirlo en voz alta, debían intentar mantener el título del mejor vino de la nación intacto.

Una vez pasados 15 minutos caminamos a la casa para que mis padres nos mostraran donde se habían instalado, era una habitación sencilla de invitados que mamá pudo hablar con cariño de que al fin no pasaban frío por las noches y las sabanas abrigaban, podían vivir dignamente y pagar su ropa, igual que la de los sirvientes de la casa.

Eran tan felices.

–La verdad es que os traje un regalo –Comenté una vez me senté habiendo pasado ya los 20 minutos de caminar.

Salimos a la terraza trasera pudiendo sentarnos en el porche todos con calma una vez Ailish preparó la merienda de todos junto a una cocinera.

–Caillech sabes que no hace falta, tu visita es suficiente regalo –Respondió madre mientras Dimas era el que le daba la caja a papá.

Monarca (Yaoi/BL) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora