[2] dangerous woman [macgyver universe]
STRANGER [ Riley Davis Fanfic]
Beatriz De Alejandro se une al equipo Fénix después de sucesos un tanto intensos con el Códex. Es entonces que la mexicana se da cuenta de que se está enamorando, pero no todo pu...
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Mac
Hay cosas que sé con seguridad, como el tiempo de distancia que hay entre Los Ángeles y Nueva York, la temperatura necesaria para que alguien muera de hipotermia, o el tiempo que tardarán en sanar mis costillas rotas y los moretones en dejar de doler.
Pero una de las cosas de las que no estoy al cien por ciento seguro es cómo Maze logra superar cada obstáculo que aparece constantemente en nuestras vidas, es decir, si ha habido consecuencias, pero cualquiera que la viera no creería todo por lo que ha pasado.
El simple hecho de verla me causa sensaciones que son un tanto difíciles de describir incluso para mí, Maze puede ser perfectamente la definición de oscuridad, la oscuridad que nos hace ver el hermoso brillo de las estrellas durante las encantadoras noches, esa oscuridad que a algunas personas les fascina cuando encuentran una cosa extremadamente hermosa para observar.
Pero también es la definición de luz, Maze es capaz de iluminar mi vida de maneras que no creí que serían posibles. Puede sonreír incluso cuando su mundo se viene abajo, ella es la cosa más increíble que le ha pasado a mi vida.
Hace un par de días creí por un segundo que Murdoc se iba a salir con la suya, nunca había estado tan cerca de acabar conmigo. Sentí miedo de lo que podía suceder. Sus torturas e intentos de manipulación para hacerme caer y rendirme ante su peticiones de tener a Cassian con él, serán cosas que no borraré tan fácil de mi cabeza. Ese fue uno de los motivos que me llevo a replantear todo.
Me aterra la idea de perderla o que de manera contraria, una cosa me ocurra y ella me pierda a mí. En cualquiera de las circunstancias no sé que haría sin ella en mi vida.
— Si me sigues mirando así me voy a sonrojar, Angus — dice con una sonrisa mientras se acerca a mí y se sienta a mi lado en el sofá, recargando su cabeza en mi pecho.
— El que debería de sonrojarse soy yo, Maze. Tres años y sigo sin creer del todo que una hermosa mujer como tú sea mi esposa.
Sus ojos negros me observan con dulzura y sus brazos se aferran más a mí, ni siquiera el dolor constante del resultado de la última visita de Murdoc hace que sienta otra cosa que no sea su cálido toque.
