𝐂𝐀𝐏𝐈𝐓𝐔𝐋𝐎 𝐕𝐄𝐈𝐍𝐓𝐈𝐂𝐔𝐀𝐓𝐑𝐎

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El avión había emprendido el vuelo

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El avión había emprendido el vuelo.

—Te encantará cariño.— habló Sanzu tomando la mano de Hiromi que estaba apoyada en el reposabrazos del asiento de avión. —Haré que estas sean las mejores vacaciones de tu vida.

—Gracias por encargarte de todo. Siento mucho no haberte podido ayudar con la reservación del hotel ni nada de eso.— respondió ella apretando delicadamente la mano del pelirrosa mientras le mandaba una mirada con ojos completamente inocentes y un tanto apenada.

Sanzu le sonrió de medio lado y levantó la mano sujetada para darle un besito en el dorso de esta. —No te preocupes, sé que tenías que resolver algunos problemas en tu trabajo antes de viajar conmigo. Fue un placer organizar todo para ti... para nosotros.

—Eres demasiado maravilloso.— soltó mirándo con admiración cada movimiento a detalle que Sanzu ejecutaba.

—Para nada...

—¿Qué hice para merecerte?.

—No seas boba, ¿Qué fue lo que hice yo para merecerte a ti?.

Hiromi le sonrió con ojos de amor. —¿Será largo el viaje?.

—Son un poco más de dieciséis horas.— respondió Sanzu. Hiromi lo miró divertida haciendo una mueca de agobio. —No me hagas esas muecas.— la reprendió con un tonito gracioso. —Haremos una escala en Singapur de unas dos horas, puedes dormir, por eso tomé el vuelo de la noche. Así descansamos ¿sí?.— ella asintió con la cabeza. —Te vas a morir cuando lleguemos al hotel. Hay que llegar en un hidroavión.— soltó Sanzu esperando exactamente la respuesta que estaba viendo ahora en Hiromi; la cual abrió la boca sorprendida esbozando después una sonrisa.

—Dios, no te lo puedo creer.

—Pues creelo.

—¿Cómo se llama el hotel?.— preguntó curiosa.

—JW Marriot.— respondió él aún sonriéndole.

—Lo buscaré por internet una vez lleguemos a Singapur.— dijo sacando su celular para anotarlo antes de que se le olvidara el nombre.

—No hagas eso cariño... Es una sorpresa.— le quitó el celular de sus manos. —Quiero ver tu cara cuando lleguemos.— se acercó al rostro de Hiromi para acariciar la punta de su nariz con la suya.

Ella se mordió el labio inferior de manera entusiasmada y le sonrió. —Esta bien, cielo.

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THE DEVIL IS BETWEEN MY LEGS | Haruchiyo "Sanzu" AkashiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora