KianColores para Kian

No quiero estar aquí. Siento que en cualquier momento me quedaré sin aire.
Nunca se me ha dado bien socializar. Soy de los que creen que si no es estrictamente necesario que abras la boca y digas algo, no, no lo hagas. Prefiero mantener para mí mis pensamientos ¿Porque son míos, no?
Preferí observar con atención a qué tendría que enfrentarme. Lo hacía por Caiden, porque hasta ahora se había comportado estupendo conmigo, y aunque muchos lo tacharían como un idiota sin cerebro, sí que lo tenía, además de buenos temas de conversación.Se había hecho una especie de costumbre que él viniera al gimnasio de mi padre para hacer cualquier cosa menos abdominales. Digo, sí que de vez en vez levantaba algún aparato, pero estaba tan agobiado con sus dramas, que el único ejercicio había sido el de su boca al hablar.
Por él conocí a Coco, esa despistada chica que ahora intentaba hacer contacto visual conmigo. De aquella chica que como método de protección ante el rechazo, se había convertido en otra persona (o fingido serlo) para intentar tomar el control de su vida. Le sacaba varios centímetros, que digo, a mi lado yo parecía una palma. Se agarraba unos mechones de pelo con insistencia detrás de su oído.
Y… ¿podría dejar de mirarme ya? Bajé el cabeza un poco (o bastante) cohibido.
Mi padre me había obligado, con ese tono amigable en buen rollo, a traer conmigo a Makena. No había abierto la boca desde que llegó de la casa de su madre, no sé si se sentía superior por venir de una ciudad más céntrica, o solo le parecía muy siniestro como para dirigirme la palabra.
Bien, no me molestaba en lo absoluto. Makena era asombrosamente tranquila, no solía salir de su habitación, ni siquiera te darías cuenta de que estaba allí.
¿Por qué nadie decía nada? Bajo ningún concepto intentaría iniciar una conversación, de hecho, creo que a medida que el silencio iba en aumento, mis ganas de hablar iban en picada. La propuesta de Caiden era un absurdo desde cualquier perspectiva, una pésima idea.
Aquella chica, Coco, era un signo positivo, y yo solo era el opuesto de ella. ¿Quién en su sano juicio nos pondría en un lugar y luego decir…anda, reprodúzcanse? Ok, me estaba pasando, nada de hijos por el momento.
Al inicio, mi primera impresión de ella, fue la de una chica que le gustaba ir contra corriente, e incluso superficial y extravagante. Ahora tenía delante a una chica que podría encasillarse en cualquier lado y encajar a la perfección, de hecho, ni siquiera podía pensar en una sola palabra para describirla, ahora mismo pudiera decir que era embajadora de la ONU y yo le creería de inmediato.
Lo que quiero decir es yo estaba ahí desperdiciando puro oxígeno, comprometido con Caiden, y ahora solo quería correr en dirección contraria, ponerme los audífonos y perderme de vista.
Cuando una pelirroja, que tenía pinta de amargada e intelectual, habló, pensé de inmediato que se habían hartado del silencio. Al presentar a mi hermana, noté como al chico se le había alterado la respiración ¿Acaso le gustaba Makena? No pude menos que esperar lo peor.
—Hola, tú.
Levanté la cabeza y choqué con la frente de una chica, y retrocedí de inmediato totalmente desorientado. Fue cuando Coco me mostró sus dientes en una sonrisa grande y yo desee desaparecerme de allí.
¿Acaso mi camisa estaba sucia, sería entonces que mi gorro negro se había caído al suelo? No, ella estaba ahí
¿Saludándome? ¿Por qué?—Hola, tú. Buenos días, hello ¡ciao!— cantó con interés. ¿Es que acaso tenía pinta de mono de feria?
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ELLOS Y YO
Teen Fiction¿Recuerdas cuando te sentías en constante contradicción, cuando tu mente no te daba descanso? Así es la vida de todos nosotros. Tenemos altos y bajos, nos vamos a equivocar mil veces, tendremos problemas y en ocasiones ni siquiera dependerá de nuest...