dieciseis

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ÓPALO

A mi padre casi se le caen las llaves cuando intenta abrir la puerta principal. Wonwoo tiene un brazo alrededor de su madre, sujetándola. El ambiente es tenso, meditabundo, como siempre que volvemos a casa tras uno de los tratamientos de Seulgi. La llave en la cerradura suena como un choque de platillos y, luego, se atasca. Mi padre empieza a forcejear con ella.

Pongo una mano sobre la suya temblorosa y me encargo yo de abrirla. Cuando lo consigo, oigo eructar a Seulgi, que al menos logra entrar en casa antes de las primeras arcadas.

—Lo siento —logra decir en un gimoteo incómodo y lleno de vergüenza.

Mi padre y Wonwoo le acarician la espalda cuando otra ola de náuseas la sacude mientras Minseo observa la escena, pálida.

—Voy a... hacer un poco de té —dice.

El olor ácido del vómito me sigue hasta el armario de la limpieza, donde cojo la fregona y un cubo que lleno con agua y jabón.

Cuando vuelvo al recibidor para limpiar, Wonwoo me coge la fregona y me da la espalda, como escudando a su madre e impidiéndome que la vea. Es él quien friega el suelo y yo me aparto, sintiéndome como un idiota. Inútil.

Me apresuro escaleras arriba y me aseguro de que tenga un cubo al lado de la cama y agua en la mesilla. Mi padre la lleva al baño antes y luego la mete en la cama y la tapa. Wonwoo se queda conmigo en la puerta. Está tenso y no para de cambiar el peso de un pie a otro. Se mete las manos en los bolsillos. Vuelve a sacarlas.

Seulgi se ríe bajito.

—Toc, toc —dice, mirándonos a Wonwoo y a mí.

Wonwoo frunce el ceño.

—¿Quién es? —contesta.

—Mama.

Se le nota en la garganta lo que le está costando tragar.

—¿Qué mama?

—Cáncer de mama.

Wonwoo parpadea muy rápido, se gira y se va de la habitación.

Seulgi maldice y le llama para que vuelva, pero no lo hace.

—A lo mejor me he pasado —dice.

Mi padre le da un beso en el poco pelo que le queda.

—Va a estar bien. Y tú lo único que tienes que hacer ahora es descansar, preciosa.

Seulgi se apoya en las almohadas.

—Solo un poquito. Y, después, hablo con él.

Le digo de forma un poco torpe que tenga felices sueños y salgo pitando en busca de Wonwoo, necesito encontrarlo. Bajo las escaleras a toda prisa y Minseo me señala la ventana de la cocina. Salgo al jardín y me encuentro a Wonwoo en el mismo sitio en el que le di aquel balonazo que hizo que le sangrara la nariz hace ya unos cuantos años. Sus hombros se sacuden en un sollozo silencioso.

Lo abrazo y se agarra a mí tan fuerte que hasta puedo sentir su miedo. Llora contra mi cuello y me dice en un sollozo:

—No me sueltes.

Un mes después, Wonwoo está en el piano, tocando con fiereza y dejando salir toda su rabia en cada canción. Está a la espera. A la espera de que Seulgi vuelva a casa.

Su música me corta la respiración, incluso a esta distancia. Yo estoy en la cocina con Minseo, con la mirada fija en mi taza vacía.

Mi hermana levanta la tetera para servirme un poco más justo cuando oímos el sonido de la puerta principal abriéndose. Ambos salimos hacia la entrada y nos quedamos ahí, viendo cómo mi padre entra con Seulgi. Ambos están sonrientes.

Te quiero - MinwonOpowieści tętniące życiem. Odkryj je teraz