trece de diciembre

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Draco quiere enojarse.

Sabe que tiene que fingir por lo menos estarlo.

Realmente lo está intentando, sin embargo, es imposible.

¿Cómo carajos se supone que iba a enojarse si Harry lo mira con esos ojos de cachorro?

Odia ser tan blando cuando se trata de su omega y su pequeño pecesito.

"¿No puedes esperar solo a qué salga el sol?" Gruñe bajito mientras sus ojos se cierran nuevamente, está jodidamente cansado y Harry lo está despertando solo por un berrinche.

"No, Dray." Es un balbuceo suave, bajito, pero lo suficientemente alto como para hacerlo sentir mal por ignorarlo. "No lo puedo evitar."

"Harry, son las malditas tres de la madrugada, ¿Dónde carajos voy a conseguir fresa, sandía, uvas y chocolate?" Realmente no quiere sonar muy tosco, pero no puede, está cansado y molesto, en momentos como estos odia no tener elfos en la casa. Odia tener el sueño interrumpido y así como Potter, él también tiene días malos.

"Lo siento, Draco, es solo que se me antojo." Hizo un pequeño puchero mientras jugaba con la esquina de una manta.

"Te he dicho que no veas esa cosa hasta tarde porque después ves videos raros de comida." Con cansancio se pasa las manos por el rostro antes de sentarse en el nido. "¿Realmente es muy necesario? Puedes dormir ahora y por la mañana te llevaré, lo prometo." Al ver su expresión cansada y de ligero fastidio, Harry se sintió mal. "No hay ningún supermercado abierto y es tarde. Seguramente al rato se te pasa."

"Yo... Está bien, lo lamento." Hipó acomodándose rápidamente debajo de las mantas, evitando así que Draco pudiera ver cuando las lágrimas comenzaron a bajar por sus mejillas.

Exactamente le tomo tres segundos ceder. "Hazz..." Tiró suavemente de las mantas, pero no tuvo respuesta. "Mi amor, ¿Estás llorando?" Después de unos segundos en silencio suspiro rendido.

"No." Si Malfoy no lo conociera bien le habría creído, pero vamos, tienen años de conocerse, puede identificar muy claro el tono de voz.

"Venga, Harry. No era mi intención herirte." Volvió a tirar de las cobijas, el omega no cedió.

"Duérmete ya, seguro se me pasa." La voz ahogada por las mantas (o el llanto, quién sabe.) Lo terminaron de convencer.

En silencio salió del nido y se colocó sus zapatos.

"Perdón, mi amor, no quería hablarte así, ¿Vale?" Sin esperar una respuesta tomó las llaves del auto y de su hogar. "Vuelvo en quince minutos, mi amor."

Son veinte minutos lo que le toma volver, sin embargo, cuando regresa y ve a Harry en el sillón lleno de mantas y hecho un ovillo esperándolo lo hace sonreír. Incluso si el omega está más dormido y que despierto o si deja de lado su antojo solo porque está demasiado cansado. No le importa recorrer media ciudad o que sean casi las cuatro de la mañana, haría cualquier cosa por ese bonito omega y cada vez tiene menos dudas.

Christmas day - DrarryWhere stories live. Discover now