C a p í t u l o: 10

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CAPÍTULO 10: "EL LOBO Y SU PRESA"

CAPÍTULO 10: "EL LOBO Y SU PRESA"

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L I L I T H

Bajé el arma, sintiendo al mundo agrietarse.

Uno de los guardias disparó, dejando que su objetivo cayera de las nubes. Se dejó desplomar por la hierba. El viento casi silbaba contra las ventanas. Ambos nos adelantamos hacia la salida, quedando dentro del conjunto de hombres y mujeres en su formación triangular.

Las estrellas se deshacían entre ellas, hundiéndose unas con otras. La oscuridad penetraba mis pupilas, como mi piel pálida contra la brisa del cielo.

—Es un cuervo. —La voz de Agares se clavó en mis oídos.

—Un cuervo —susurré en un hilo.

Ante mis pies, el papel se oscurecía con mi sombra. Su color rojo cautivó mi cabeza, marcado por una rosa negra en el borde.

"Darkling".

Mis uñas se deslizaron sobre la figura, cerca de la caligrafía que plasmaba el apellido.

—Quien abra la boca, estará muerto. ¡¿Entendido?!

Todos se giraron hacia mí, incluyendo Agares.

—Entendido —aseguraron los uniformados.

Di dos pasos hacia él.

—¿Le quedó claro, soldado?

Asintió.

—Entendido, Lilith.

Aún sintiendo el espesor del anonimato sobre mis dedos, levanté la cabeza en alto.

La sangre recorriendo mis venas.

El remordimiento torciendo mi juicio.

Las letras grabadas sobre mi piel.

—Todos a sus lugares. —Volví a ponerme la camiseta—. No hay nada que ver aquí.

Dos días después...

—Entonces, usted sólo tiene que firmar aquí para poder despojarse del departamento —acercó el contrato hacia mí—. Nuestro equipo se encargará de mantener discreción sobre nuestros clientes y lo que sucede detrás de su espalda.

Le di una mirada al papel delante de mí, intentando analizar cada minuciosa letra pequeña.

—¿Discreción?

—La más alta, Señorita Mannor.

Llevé un mechón de hebras falsas detrás de mi oreja.

—Supongo que lo conoces.

—Conozco a muchas personas, como la conozco a usted y a sus enemigos —elevó ambas cejas—. Sea más específica, por favor.

—Conocerá a ... —mencioné su nombre, analizando la expresión que podría darme al oírlo.

A N A R Q U Í A ©Where stories live. Discover now