2.1.- Los Siete Potters

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Draco estaba ausente en su propia casa. Llevaba días sin poder dormir o comer bien y el alcohol se había convertido en su mejor amigo. Su madre lo había regañado en varias ocasiones, pero no le importaba.

-¿Darte mi varita, Lucius? ¿Mi varita, precisamente? -Algunos rieron por lo bajo- Te he regalado la libertad, Lucius. ¿Acaso no tienes suficiente con eso? Sí... es cierto, me he fijado en que últimamente ni tú ni tu familia parecen felices... ¿Tal vez les desagrada mi presencia en su casa, Lucius?

-¡No, mi señor! ¡En absoluto!

-Mientes, Lucius...

La voz de Voldemort siguió emitiendo un suave silbido incluso después de que su cruel boca hubiera acabado de mover los labios. Pero el sonido fue intensificándose poco a poco, y uno o dos magos apenas lograron reprimir un escalofrío al notar que una criatura corpulenta se deslizaba por el suelo, bajo la mesa.

Una enorme serpiente apareció y trepó con lentitud por la silla de Voldemort; continuó subiendo y se le acomodó sobre los hombros. El cuello del reptil era tan grueso con el muslo de un hombre, y los ojos, cuyas pupilas semejaban dos rendijas verticales, miraban con fijeza sin parpadear. El Señor Tenebroso la acarició distraídamente con sus largos y delgados dedos, mientras observaba con persistencia a Lucius Malfoy.

-¿Por qué será que los Malfoy se muestran tan descontentos con su suerte? ¿Acaso durante años no presumieron, precisamente, de desear mi regreso y mi ascenso al poder?

-Por supuesto, mi señor -Afirmó Lucius y, con mano temblorosa, se enjuagó el sudor del labio superior- Lo deseábamos... y lo deseamos.

Narcisa, sentada a la izquierda de su marido, asintió con una extraña y rígida cabezada, pero evitando mirar a Voldemort o a la serpiente. Draco, que estaba sentado a la derecha de su padre, ni siquiera estaba prestando atención, se sentía como si su cuerpo estuviera vacío, como si fuera un cascarón. En algún momento, había decidido perderse en sus recuerdos del colegio, pero evitando los que había tenido con Hermione, por temor a su tía Bella.

-Mi señor -Dijo con voz emocionada una mujer morena situada hacia la mitad de la mesa- es un honor alojarlo aquí, en la casa de nuestra familia. Nada podría complacernos más.

Se sentaba al lado de su hermana, pero su aspecto físico (cabello oscuro y ojos de párpados gruesos- era tan diferente del de aquella, como su porte y su conducta: Narcisa adoptaba una actitud tensa e impasible, en tanto que Bellatrix se inclinaba hacia Voldemort, pues las palabras no le bastaban para expresar sus ansias de proximidad.

-"Nada podría complacernos más" -Repitió Voldemort ladeando un poco la cabeza mientras la miraba- Eso significa mucho viniendo de ti, Bellatrix.

La mujer se ruborizó y los ojos se le llenaron de lágrimas de gratitud.

-Mi señor, sabe que digo la pura verdad.

-"Nada podría complacernos más..." ¿Ni siquiera lo compararías con el feliz acontecimiento que, según tengo entendido, se ha producido esta semana en tu seno familiar?

Bellatrix lo miró con los labios entreabiertos y evidente desconcierto.

-Lo lamento, señor, pero no sé a lo que se refiere.

-Me refiero a tu sobrina, Bellatrix. Y también la suya, Lucius y Narcisa. Acaba de casarse con Remus Lupin, el hombre lobo. Deben estar muy orgullosos.

Hubo un estallido de risas burlonas. Los seguidores de Voldemort intercambiaron miradas de júbilo y algunos incluso golpearon la mesa con el puño. La enorme serpiente, molesta por tanto alboroto, abrió las fauces y silbó, furiosa; pero los mortífagos no la oyeron, porque se regocijaban con la humillación de Bellatrix y los Malfoy.

El Juego Perfecto.Where stories live. Discover now