2.3.- Für Elise

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Los días habían pasado y aún no había noticias del indeseable número uno y de sus amigos y eso estaba matando por dentro a Draco.

Sentía que en cualquier momento se volvería loco, sobre todo cuando sacó el collar de la caja donde estaba escondido y se dio cuenta que estaba en blanco. Hermione se lo había quitado.

Además de que habían dejado de incluirlo -por alguna extraña razón- en las misiones con los demás mortífagos, así que se la pasaba encerrado en su casa, dando vueltas por el jardín, recorriendo los límites de los terrenos, tratando de averiguar cómo hacer para que el césped volverá a estar verde mientras sostenía un vaso con whisky en su mano. Era algo que lo obsesionaba últimamente y a su madre eso le preocupaba.

Para suerte de Draco, su tía Bellatrix había sido encomendada a una misión secreta que la había sacado de la casa durante esos días, así que el alivio de no ser torturado lo mantuvo un poco mas sereno.

Ni Theo, ni Blaise se habían aparecido por la mansión, al parecer estaban muy ocupados para eso y por un momento pensó que probablemente regresarían a Hogwarts, pues las clases estaban por comenzar, al final de cuentas, Snape sería el nuevo director y los Carrow estarían ahí también. Unos cuantos alumnos mortífagos no serían la gran cosa para los estudiantes.

Entonces pensó. Tal vez si lo pedía, sus padres lo dejarían regresar a Hogwarts. Tal vez, si lograba regresar, podría escaparse y buscar a Hermione...

Pero, ¿y si ella no quería verlo? Ahora estaba fugitiva junto a sus dos mejores amigos y uno de ellos era la comadreja de Weasley... El maldito Ronald Weasley, ese pelirrojo por lo que todo esto había comenzado, ese pelirrojo del que Hermione estaba enamorada... ¿Cierto?

Claro que era cierto.

Ella estaba enamorada de Weasley.

Un crujido de escuchó y el whisky de su vaso cayó al suelo seguido de un chorro de sangre.

Draco miró como la sangre resbalaba por su mano, pero no le dolía. Era como si la sangre fuera de alguien más. Y así estuvo mirando hasta que se escuchó un ¡pop! y el pequeño Malekith apareció.

-Le he traído al amo Malfoy algo para comer... -Entonces lo vio- ¡El amo está herido!

-Estoy bien -Respondió Draco sin mirarlo

-Malekith le curará la herida al amo Malfoy

-Estoy bien -Rectificó- Déjame solo y llévate la comida, no tengo hambre.

-Pero el amo no ha comido nada en...

-Dije que te fueras

Malekith no dijo nada, tomó la bandeja y desapareció en un ¡pop!


El viejo librero ahora estaba vacío. Todos aquellos libros que durante años había acumulado, yacían en un rincón todos amontonados y doblados, como si de basura se trataran y su lugar había sido ocupado por vino y whisky.

Había días en los que no comía en lo absoluto, a veces solo una o dos comidas, pero lo principal era el alcohol. Bebía y bebía hasta que se quedaba dormido.

Malekith tenía la orden clara de reemplazar las botellas por nuevas cuando estuvieran vacías y eso hacía.

Narcisa había intentado hablar con su hijo, pero todo intento había sido en vano. A Lucius no le importaba, incluso hacía prácticamente lo mismo que su hijo, beber.

Esa mañana, Draco escuchó una voz conocida en el comedor.

-El señor Tenebroso me dijo que la trajera aquí -Era Blaise

El Juego Perfecto.Where stories live. Discover now