Capítulo 2.

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Al despertar, Shūji buscaba a Chūya. Recordaba lo que había ocurrido y quería estar con él, regresar el tiempo y haber podido evitar esa tragedia. ¿Por qué Chūya fue enviado al aula de música y no alguien más? ¿Quién cerró bajo llave la puerta luego de que Chūya ingresara al aula solo? ¿Cómo se originó el incendio? Tenía muchas preguntas sin respuesta.

Se levantó de su cama y salió de su dormitorio. Su cuerpo dolía. Había sufrido quemaduras leves y apenas podía caminar. Fue rodeado por sus hermanitos mellizos: Atsushi y Ryūnosuke, quienes querían animarlo.

— ¡Nii-san! ¡Papi trajo pastel! ¡Ven a cenar con nosotros!—. Invitó el niño azabache.

— Sí. Tienes que venir Shūji-nii—. Añadió Atsushi. Cada uno jalaba de un brazo del mayor, encaminándolo hacia la cocina.

Al llegar, notó que sus padres se esforzaban por sonreír. Él sólo podía llorar en ese momento.

— ¡Hijo!—. Su madre, una mujer bastante comprensiva, se acercó para abrazarlo y permitirle llorar en su hombro mientras palmeaba su espalda con cuidado.

El castaño incrementaba su llanto. Su padre ni siquiera se atrevía a acercarse al verlo con más vendajes de lo normal en su cuerpo por sus heridas. Le dolía verlo así, sufriendo. Esperaba a que su esposa terminara de atender a su hijo mayor para ir a apoyarlo.

— Chūya murió, mamá. Y yo no pude sacarlo del salón de música rápido. Es mi culpa. Quiero morirme... Yo amo a Chūya, quiero estar con él, lo necesito...

Sollozaba. Ni siquiera se le permitió ir al funeral, ya que pasó tres días inconsciente y hospitalizado.

— No eres culpable, hijo. Sólo fue un accidente en el Instituto, a Chūya-kun...ya le tocaba morir ahí...

— ¡No, mamá! ¡Eso no fue un accidente! ¡Alguien lo provocó! ¡Alguien que quería matar a Chūya! ¡Sólo murió él! ¡No es una casualidad! ¡Llegaré al fondo de esto! Pero Chūya...

El nudo en su garganta era cada vez más grande. Su corazón estaba destrozado por completo. Se aferraba más a su madre, hasta que sintió que las manos de su padre sujetaron sus muñecas y lo atrejeron hacia él. Lo abrazó.

— Hijo mío. Nadie sabe porqué suceden las cosas. Pero yo te apoyaré para que descubras la verdad. Tu novio era un buen chico, no entiendo cómo alguien sería capaz de asesinarlo de un manera tan horrible.

— ¡QUIERO QUE EL MALDITO ASESINO ME DEVUELVA A CHŪYA, PAPÁ!~ ¡¡CHUUUUYAAAAA!!

Era demasiada su impresión, que terminó desmáyandose en brazos de su padre.

🌼

La muerte de su amado seguía doliendo como el día en que lo perdió. Pero la vida sigue, y Shūji no descansaría hasta dar con la verdad. Una verdad que seguramente se hallaba muy corregida y oculta por todos los cómplices.

El Instituto había sido cerrado después de los hechos. Era una ventaja para el joven de sobrenombre Osamu Dazai, quien se autonombró detective sin ni siquiera haberse preparado para ello.

Estaba decidido. Ingresó al Instituto para buscar pistas que lo llevaran al asesino. Sospechaba de aquellos chicos y chicas que se enteraron de su relación con Chūya y pasaban el día entero molestándolos.

Pero también, el profesor y su encargue a dicha aula era de lo más extraño y sospecho del asunto. Si el profesor nunca salió del aula, ¿quién encerró a Chūya?

— Esto es extraño. Había alrededor de tres involucrados en caso de que así sea. El profesor, quien envió a Chūya al lugar; la persona que lo encerró bajo llave; y la persona que originó el fuego en el aula de al lado.

Sacaba sus propias conclusiones, mirando fotografías de los hechos recientes, y estando en el lugar cuatro años más tarde de lo ocurrido.

Osamu Dazai, de veintidós años, investigaba el caso y encontraría la verdad para poder exigir justicia a la muerte de su amado Chūya Nakahara, hace cuatro años.

Las pistas quedaron ahí, aunque era más difícil de ver con el tiempo. Para eso, tenía las fotografías.

— Tengo bien ubicados a cada estudiante de aquellos tiempos. Y a los profesores. Seguiré interrogando una y otra vez hasta que alguien declare algo importante.

🌼

Horas más tarde, Osamu llegó a casa. Aún vivía con sus padres, y les ayudaba con los gastos del hogar.

No necesitó de estudios para convertirse en un gran detective. Era listo y de buenas deducciones. Pero el caso de Chūya era más complicado conforme avanzaba.

Los mellizos ya tenían ocho años. Salieron a recibirlo con sus juguetes nuevos que sus padres les habían regalado. Una niña pelirroja y de ojos azules, mucho más pequeña que ellos, los siguió, cargando una muñeca nueva.

— ¡Shūji-nii! ¿Descubriste algo?

Preguntó Atsushi con curiosidad.

— ¿Ya sabes quién es el que asesinó a Chūya-san?

Añadió Ryūnosuke.

Dazai ya sabía controlar un poco sus lágrimas ante los niños. No quería ponerse mal en ese momento. Suspiró.

— Aún no, Ryū, Atsushi-kun.

Pronto, la pequeña pelirroja de más de tres años de edad, se abalanzó hacia él para abrazarlo con cariño.

— Aya-chan, ¿y esa muñeca?

La ojiazul sonrió, y besó una de las mejillas del Detective.

— Abuelita me la regaló.

— Ya veo. ¿Y le diste las gracias?

🌼

La muerte de un hijo para los Nakahara era insuperable. Más, si Chūya fue su único hijo.

Lo que no sabían, era que su hijo les había dejado un regalo a todos. Aya. Un regalo que podría eliminar una pequeña parte de su gran tristeza.








Los estudiantes, profesores y demás que aparecerán más adelante, serán también personajes ya existentes y NO ocs.

El asunto familiar no será tan redactado.

Dazai es el protagonista más principal, pues la mayoría aquí lo es, pero Dazai quien aparecerá más.

Muy posible que haya flashbacks.

DETRÁS DE LA VERDAD [MISTERIO-SUSPENSO]Where stories live. Discover now