CAPÍTULO 31

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El fulgor verdoso que rodeaba el cuerpo de Kristel en el aire se extinguió con un nítido reflejo de luz. Abrimos los ojos con cautela para ver con precisión lo ocurrido pero el lugar donde había sucedido el fenómeno se hallaba vacío, el cuerpo de Kristel ya no estaba. No pronunciamos palabra hasta unos minutos después aún reflexionando lo acontecido. Por un momento me estremecí al pensar (y estaba seguro de que muchos lo hacíamos) que sería de nosotros si Kristel hubiera escapado de la mansión delante de nuestras narices con un épico espectáculo. El señor ya se había enfadado a causa del anillo y dudo que tolerase más desgracias por nuestra culpa.

- ¿Dónde ha ido? -preguntó con voz temblorosa mi padre -. ¡Maldita cría! ¡¿Dónde se ha metido?!

- ¿Se ha desaparecido de la mansión delante de nosotros? -inquirió Julius con los ojos como platos.

-No diga burradas, Hadeeville -murmuró Snape dirigiéndose a las escaleras.

- ¿A dónde va, Severus? -cuestionó mi madre siguiéndole apresurada.

Este no respondió. Subimos las escaleras abandonando la mazmorra y seguimos sus pasos hasta el vestíbulo. Astrid y Julius se encargaron de escoltar a Haggard Hadeeville, que iba flotando en el aire discutiendo a regañadientes. Llegamos al gran comedor y nuestra expresión, excepto la de Snape, pasó a shock total. Nos paramos en seco en la entrada para observar detenidamente a la que parecía Kristel, la cual se hallaba sentada en silencio frente a Voldemort como si no hubiera estado poseída hace tan solo cinco minutos.

El mismo gesto frío y malévolo en su rostro permanecía intacto a contrario de las heridas y rasguños que anteriormente ocupaban su pálida faz, ya no había rastro de aquellos signos. Todo parecía tan tranquilo y normal que incluso aterraba más que la escena vivida a priori. No lográbamos salir del choque cuando Voldemort se volteó y caminó hacia nosotros. Kristel nos divisaba con un aire intrascendente, aun parándose en mí, no le dio importancia.

-Tenemos mucho de que hablar, sobre todo con ustedes -dijo Voldemort señalando con la mirada a los Hadeeville. Estos bajaron la cabeza y obedecieron sentándose en la mesa mirando de reojo a su hija, sentada en la cabecera con las manos entrelazadas. Imitando la misma reacción tomamos sitio a los lados acompañados de un sentimiento de pánico que se retorcía en nuestro interior.

Cuando al fin nos hubimos sentado todos, excepto Haggard que permanecía en una esquina de la sala sentado vigilado por un mortífago, Voldemort volvió a retomar la conversación.

-Severus os ha llamado porque quería que me aclararan algo, pero ya que estáis todos aquí será mucho más fácil. Cuando me contasteis acerca de los planes de Haggard y la señorita Kristel Hadeeville me mencionasteis algo de un anillo, este anillo - Voldemort apuntó con la varita a la joya que tenía a su lado y esta levitó en el aire emitiendo un débil rayo de luz esmeralda -. Me dijisteis que era una reliquia muy poderosa, pero nada más. He descubierto cosas nuevas que no sabía de antes, como que, según os contó el señor Hadeeville antes de entregarle el anillo a su hija, te otorga fuerzas, se intensifican tus emociones, tus poderes y que su dueña es Kristel Hadeeville y no responde ante nadie más, ¿me equivoco?

-Señor le hemos sido fieles y honestos, nosotros no sabíamos... -balbuceó Astrid Hadeeville con la cabeza baja.

-Eso es mentira -contesté levantando la vista hacia todos al mismo tiempo que una sonrisa se me formaba en la comisura de los labios.

-Esto no tiene que ver contigo Malfoy -amenazó Julius apretando la mandíbula.

-Sí que tiene, porque soy testigo de ello. Señor, ellos me contaron sobre el anillo, son los únicos datos que sé.

La Reina FlamanteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora