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Los Madrigal sin duda eran la familia más conocida en el pueblo Encanto. Hoy era el día en que los pequeños hermanos Madrigal recibirían su don, los pequeños Bruno, Julieta y Pepa.

En su honor habría una gran fiesta y todo el pueblo estaba invitado. Desde que salió el sol esa mañana los tres pequeños estaban asustados debido a el evento que se llevaría a cabo esa misma tarde, temían hacer algo mal y arruinar todo.

Los tres pequeños se encontraban caminando junto a su madre hacía una tienda para terminar de comprar los adornos que faltaban para la fiesta. Afuera de la tienda había una mesita con una pecera pequeña circular llena de agua encima. Esa pecera robó toda la atención del pequeño Bruno por lo que sin darse cuenta se quedó solo parado mirando hacia la pecera.

El pequeño Madrigal desvío su mirada de la pecera a la tienda y pudo ver a su madre y hermanas adentro por lo que decidió caminar hacia la mesita. Conforme el pequeño se acercaba podía notar un brillo que se movía dentro de la pecera.

Emocionado caminó más rápido a la pecera, notando así que el brillo era un pez, estaba asombrado, nunca había visto un pez igual a ese, de hecho, nunca había visto un pez real tan de cerca. El pequeño emocionado y con una sonrisa pegó su rostro y ambas manos a la pecera para ver más de cerca a aquel pez.

Una pequeña castaña de ojos verdosos con coletas saltaba alegremente hacia la tienda de sus padres con una bolsita que contenía la comida para su mascota; un pequeño pez dorado, sujetaba aquella bolsa con su mano derecha. Al llegar pudo divisar a otro niño viendo a su mascota, una sonrisa surcó los labios de la menor y sigilosamente se acercó para pegar su cara al lado contrario de la pecera en la que se encontraba aquel niño.

Buuuuu! - gritó la pequeña castaña mientras hacía caras a través del otro extremo de la pecera.

El pequeño Madrigal al ver la cara a través de la pecera pensó que se trataba de un monstruo, se asustó, gritó y cayó de espaldas. Una risita comenzó a escucharse, la castaña se acercó al Madrigal.

Lo siento - se disculpó riendo

El pequeño la miró y se dió cuenta que no era un mounstro, sino una simple niña de su edad, los ojos del pequeño Madrigal se aguaron y comenzó a sollozar. La pequeña paró de reír y lo miró.

No, no, lo siento, no llores - le sonrió la pequeña - Toma - soltó mientras sacaba un dulce del bolsillo de su falda - tengo dos, los compré sin que mamá se diera cuenta así que no le digas a nadie - le sonrió

Bruno miró a la pequeña y luego al dulce en la mano de esta, secó las pequeñas lágrimas que habían salido de sus ojos y sonrió para tomar el dulce.

Bruno: Gracias - habló con el dulce en la boca ocasionando que se le cayera y nuevamente sus ojos se aguaron al ver su dulce en el suelo.

La castaña vio su último dulce y luego vio al pequeño frente a ella, le extendió nuevamente su mano con el dulce restante.

No te preocupes, toma el mío - le sonrió - pero esta vez comelo en tu casa

Bruno asintió sonriendo y se guardo el dulce. Ambos estuvieron sonriendose por unos minutos hasta que la mirada del pequeño Madrigal se desvío nuevamente a la pecera que estaba a unos centímetros de ellos.

Bruno: ¿Ese pez es tuyo? - señaló la pecera

Sí - sonrió la pequeña acercándose a su mascota - se llama Camilo

La castaña colocó la bolsita con comida en la mesa y la abrió para tomar poca y vertirla sobre la pecera mientras el  pequeño Madrigal la miraba.

ᴅᴏɴ'ᴛ ʙᴇ ɪɴ ʟᴏᴠᴇ || Bruno Madrigal y túDonde viven las historias. Descúbrelo ahora