Loto Rojo, era como llamaban a aquel par de hermanas que acababan con cualquier banda de delincuentes que estuviese en su camino. Dos chicas que debieron dependerse de ellas mismas si querían sobrevivir en las frías calles de Yokohama. No eran amant...
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Pov Harumi
Mikey me había sacado de la casa y en ese momento estábamos yendo en un viaje en moto a quien rayos sabe donde él lucía serio como si fuera directo a buscar problemas. No me gustaba la mirada que poseía en su rostro a penas me sacó de la casa, era como si hubiera tomado el teléfono justo cuando íbamos a ir al festival con los chicos.
—¿Hacia dónde vamos Mikey? —Le pregunté mientras aceleraba por las calles.
—Lo siento Haru-chan sé que no te tengo que meter en esto pero te necesito. —Alcé los hombros mientras me sujetaba fuerte en su espalda, no sabía de que iba todo aquello pero podía apostar que tenía que ver con la Touman, siempre era así.
—Bueno, que quieres que te diga simplemente solo me resta ayudarte. —Sonreía él podía contar con mi ayuda si quería, aunque no perteneciera a su banda debía cargar con las responsabilidades de mi hermana.
—Gracias, esto lo hago por Kazutora también —entonó algo feliz, era tan tonto no sé ni porque me las dabas después de todo ya estaba ahí con él y bueno formábamos un buen equipo.
Llegamos a un lugar con más de cien personas todos vistiendo un uniforme blanco con la bandera de japón, no hacía falta sumar dos más dos para saber que aquellas personas pertenecían a la pandilla Mobious y que Mikey estaba ahí para ponerle un punto final al pleito que tenían desde hace un tiempo. Pelear era una de las cosas que sabía hacer, siempre he peleado por mi hermana y en mi defensa pero ahora iba a luchar contra alguien por mi amigo y junto a él, para la defensa de su pandilla, no sé si lo que estaba haciendo estaba bien pero no por eso iba a dejar que él peleará solo.
—Miren el comandante de esa pandilla es tan nenita que tuvo que traer a su amiguita. —Uno de aquellos imbéciles se había burlado de él, por instinto me enojé nada está mal si son ellos los que dan el primer golpe.
—Más bien ustedes serán las nenas que se irán llorando cuando les demos una paliza imbéciles. —Les escupí en la cara mirando a los inútiles que teníamos en frente.
—Más de cien personas contra solo dos ¿creen salir vivos de esta? —El que parecía el jefe nos estaba hablando y enojados queríamos matarlos a esos imbéciles y todo el mal que nos estaban causando.
—Creo que conocen a la hermana mayor del Loto Rojo. —Mikey sonrió al mencionar nuestro apodo—, deben ser conscientes que si se la menor pudo contra cien personas sola la mayor puede contra mil. —Estaba exagerando pero si era para asustar a esos imbéciles si lo íbamos a hacer, ellos se asustaron de momento al verme y saber quien era.
—No nos asusta una estúpida que no sabe luchar. —Ahora si iban a probar las puertas del infierno antes de tiempo, no iban a poder contra mi yo era mejor que ellos diez mil veces.
Ellos se lanzaron a nosotros dándonos el primer puñetazo con la escusa de autodefensa ya podíamos decir que eran hombres muertos. Mikey les daba patadas dejando a muchos inconscientes, no era el único pues yo tampoco me quedaba atrás derrotando a más de los que podía contar, esquivando algunos golpes que venían a mi cara o incluso protegiendo a Mikey de los estúpidos que estaban armados. Era una masacre total si pensaron que alguna vez tuvieron oportunidad contra El invencible Mikey y La mayor del Loto Rojo. El celular del líder de la Tokyo Manji sonó en media pelea, con un poco de pereza el rubio miró a los estúpidos derrotándolos de un solo golpe.
