Capítulo 3

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Un fino Carruaje llegaba a la Villa Granchester

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Un fino Carruaje llegaba a la Villa Granchester. De él, bajaba una joven que en sus manos llevaba una canasta. Ese día se había esmerado en su arreglo personal más que de costumbre.

Parecía ser una encantadora persona y una gran futura dama, se sentía sumamente orgullosa de sí misma. Estaba segura de que, cuando el joven al que iba a visitar la viera vestida de esa forma, caería rendido a sus pies.

Le pidió a quién la acompañaba, que la esperara junto al carruaje, mientras ella se adentraba en la residencia. No había dicho al lugar al que se dirigía cuando salió de su casa, solo mencionó que iría a dar un paseo.

Cuando llegó a la puerta principal del gran edificio, acomodó el sombrero que llevaba, y antes de llamar a la puerta, escuchó unos ruidos cerca, así que caminó tratando de seguirlos para ver de qué se trataba.

Cual fue su sorpresa, pues al llegar a uno de los patios del lugar, se encontraba de espaldas el joven que deseaba encontrar ese día. Cortaba leña con gran fuerza, delatando sin duda su cuerpo atlético y varonil.

Como él no podía verla aún, ella se deleitó viendo sus movimientos; sus brazos apretando fuertemente el hacha y cómo su espalda se tensaba a través de la camisa empapada de sudor, al momento que cortaba cada tronco.

Unos segundos después de que ella lo observara, él sintió la presencia de alguien más y al darse la vuelta, pudo ver que tenía compañía.

-Eliza ¿Qué haces aquí? - preguntó, sorprendido al verla de repente.

-Hola Terry. He venido a hacerte una visita - le dijo, con una gran sonrisa.

Él, se quedó en silencio. Dejó en el suelo el hacha que tenía entre sus manos y sacó de su pantalón un pañuelo para poder secarse el rostro.

-No recuerdo que hayamos quedado de vernos - le dijo con indiferencia.

-Lo sé, pero como no asististe a la fiesta que organicé, pensé que tal vez podrías haber enfermado o que algo malo pudo pasarte. Es por esa razón que decidí ver cómo estabas.

Terry sonrió de lado.

-No te preocupes, como puedes ver estoy bien.

Ella, torció la boca ante el indiferente comentario del joven.

Claro que Eliza mentía. Sabía perfectamente la razón por la cual Terry, había faltado a la fiesta blanca.

Pudo verlo ese mismo día, cuando entró a la residencia sin pedir permiso y observó a Candy y Terry riendo en la sala de música. Pero no se lo diría, no se rebajaría a contarle la humillación que tuvo que pasar y, sobre todo, el hecho que él supiera que ella había presenciado todo en la oscuridad, como una indeseable intrusa.

-Creo que me debes una disculpa, entonces - continuó diciendo - No es de caballeros faltar así a una reunión, ya que tú mismo aceptaste ir cuando vine personalmente a invitarte.

Dulce VeranoWhere stories live. Discover now