#03: Dormir juntos

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Pasó los dedos entre el cabello del chico con la cabeza sobre sus piernas de manera despreocupada. Le gustaba estar así, sin hacer más que mirar las nubes teñirse de anaranjado y rosa con los últimos rayos del sol. Lentamente, el aire se tornaba más frío, refrescándolos después de un largo día de caminar bajo los inclementes rayos. Le gustaba ver los atardeceres, era su cosa favorita del exterior, sólo ver el espectáculo de colores y calma que todos los días cerraba las horas de luz.

A sus espaldas los encargados de las tiendas comenzaban a armar el campamento, podía escuchar las risas y bromas a un par de metros de distancia. Ni él ni el pelinegro sobre su regazo tenían algo que hacer en esos momentos, lo cual les daba el pretexto perfecto para tirarse en el piso y descansar antes de que la cena estuviera lista.

Sintió una mirada clavada en su nuca. No voltearía, porque sabía quién lo estaba quemando con la vista y no quería protagonizar una escena silenciosa a la lejanía; no cuando tenía un atardecer precioso frente a sus ojos y se sentía tan feliz de poder admirarlo. Cuando volteaba la mirada hacia atrás, no podía ver lo que tenía enfrente.

Y tenía una vida entera de atardeceres perdidos, no iba a seguir aumentando ese número.

No, en lugar de eso seguiría peinando con sus dedos al chico que le hacía compañía y que el mundo siguiera su curso si así lo quería. Sacudió la cabeza para alejar esos pensamientos, en un intento de quitarse la sensación de ser observado. Se anclaría al presente, que su «yo» del futuro se encargara de eso.

— ¿Los puedo acompañar?— La voz del recién llegado los sacó de su transe.

— ¿No deberías estar montando las tiendas?— Preguntó el pelinegro acostado sobre su regazo. El moreno se encogió de hombros como respuesta.

— Acuario y Ofiuco estaban discutiendo sobre quién de los dos podía hacerlo más rápido y ahora están en una competencia que va a causar que una de las tiendas le caiga a alguien a medianoche— Resumió lo mejor que pudo el caos del que se escapó en cuanto vio oportunidad— Además de que en la mañana tuve algo como una discusión con Tauro y no tengo energía para soportar sus miradas. Tú sabes de lo que hablo— Dijo, volviendo su vista al signo de fuego presente.

Leo forzó una sonrisa nerviosa, antes de desaparecer por un segundo. Gracias a eso, el chico con el que estaba en contacto también se esfumó en el aire, causando una expresión de sorpresa en el rostro de Cáncer.

— ¡Leo!— Se quejó el de ojos grises cuando volvieron a ser visibles. Ni siquiera fue tanto tiempo, era más parecido a una televisión con mala señal, un parpadeo.

— ¿Qué se siente?— Inquirió el de cejas pobladas, sentándose a un lado de ellos, pero dejando una distancia para asegurarse de no tocarlos. En sus ojos, brillaba la curiosidad, concediéndole una apariencia de niño pequeño.

— Nada, sólo que Escorpio es un exagerado— El mencionado le sacó la lengua, ganándose una carcajada por parte de los otros dos, así que hizo un puchero— No te enojes.

— ¿Por qué discutiste con el gruñón esta vez?— Cambió el tema, no sin antes volver a sacarle la lengua al de ojos cartuja.

— Un poco de lo de siempre, ya sabes— Respondió antes de decidir que estaría mejor acostado. Tanto Escorpio como Leo asistieron, sabiendo a la perfección a lo que se refería— Digo, en su cabeza esta fantasía de que Escorpi dirige un complot para dejarlo sin amigos está más fuerte que nunca— Soltó un bufido, harto de tocar el mismo tema. Había venido con estos dos para alejarse de ese drama— ¿Qué le viste, Leo?

Su habilidad se volvió a activar, entre las carcajadas animadas de Cáncer y la discreta mano invisible de Escorpio buscando la suya para calmarlo. Gracias a que su habilidad contagiaba a los demás, Leo no pudo ver los grises ojos ajenos, mirándolo llenos de compresión. Sintió la mano ajena aferrarse a la suya, calmándolo. Tomó un par de respiraciones profundas.

ERROR II: Fugitivos || ZodiacoWhere stories live. Discover now