OFRENDA (Thorki)

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Escondido detrás de una alta puerta dorada veía como las sirvientas se movían de un lado a otro desde que su padre volvió, su madre le había pedido que se quedara en su habitación, pero tenía curiosidad. Quería saber qué era lo que ocurría, ¿Por qué todos estaban inquietos?
Cuando vio que nadie más pasaba por ahí, salió para dirigirse a los aposentos de sus padres, donde podía escuchar murmullos y el sonido de muchos sirvientes, incluyendo la potente voz de su padre. Los sirvientes que salían de sus aposentos y pasaban a su lado lo ignoraban, aquello le era extraño, nunca pasaba desapercibido. Su curiosidad solo creció más. Cuando llegó a la entrada de los aposentos de sus padres vio aún mayor movimiento en el interior, su padre terminaba de quitarse su armadura, su madre les ordenaba que hacer a varios sirvientes, todo aquel ruido fue opacado por un llanto.

Un llanto que resonó en todo el palacio.

Frigga tomó un cúmulo de mantas y comenzó a mecerlo con suavidad. Su madre pareció notar su presencia y con un suave movimiento de su cabeza le indico que se acercara, lo hizo a pesar de dudar hacerlo. Su madre se sentó en una y cuando estuvo lo suficientemente cerca vio lo que se escondían las mantas, un pequeño bebé. Sus ojos se abrieron y su alfa ronroneo en su interior, con cautela acercó su mano al rostro del pequeño cuando estaba a punto de tocarlo, los ojos del pequeño se abrieron un poco y vieron su mano acercarse. Thor creyó que lloraría aún más e iba a apartar su mano, pero antes de que lo hiciera uno de sus dedos fue tomado por la diminuta mano del menor, llevado a su boca y llenado de un poco de baba.

— Parece ser que le agradas, hijo — sintió la mano de su padre posarse en su hombro, volteo a verlo y asintió feliz — Me alegra, porque él, ahora es tu hermano — volvió a mirar al pequeño, que ahora tenía los ojos más abiertos que antes, eran grandes, brillosos y de un hermoso color verde.

Tenemos que cuidarlo, protegerlo. Escuchó a su joven alfa, pero en ese momento no importaba lo que dijera, él ya sabía lo que debía hacer

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Los años pasaron y Thor siempre se mantenía cercano a Loki, al igual que el contrario, cuya naturaleza se desarrolló al pasar los años. Era un hermoso omega, cualquiera que lo viera sabía que era cierto a pesar de su corta edad, jóvenes pretendientes venían desde los nueve reinos solo para verlo y querer formar y arreglar una unión a futuro.

Odín los rechazaba, pues sabía que simplemente no sería posible. No cuando el omega desde hacía mucho ya era pretendido por su hijo, Thor. El ver aquel tierno cortejo entre ambos era algo que enterneció su corazón.

Acababa de rechazar a uno de los muchos pretendientes que venían desde lejos, se puso de pie y abandonó su trono para dirigirse al jardín principal donde podía estar seguro que encontraría a su amada y a sus cachorros. Los sirvientes agachaban su cabeza al verlo pasar y hacían reverencia, era el Padre de Todo. Avanzó por los dorados pasillos hasta llegar a la puerta que le daría salida de aquel sitió.

El sol estaba poniéndose en el horizonte, dando una vista aún más hermosa de su esposa bajo uno de los árboles del jardín con sus dos hijos, uno en cada lado. Fue hacia ellos, y sonrió al ver aquella ofrenda entre alfa y omega.
— ¿Qué es eso que traes ahí Loki? — pregunto simulando ignorancia de la situación.

— Son tulipanes. Los sembré yo mismo, padre. Son hermosos y b-bueno... y-yo quería dárselos a Thor — dijo mientras sus mejillas se teñían de un hermoso color rojizo, sintiendo un poco de nerviosismo y avergonzado.

— Y tú Thor ¿Qué fue lo que hiciste? — dijo al ver la cara de su hijo sucia, la tierra dejaba un camino en su rostro, sus manos y su ropa.

— Encontré unas lindas flores y se las quería dar a Loki — ambos sonrieron al saber de dónde eran esas flores, estaban seguros de que ahora el jardín tendría un nuevo ahugero — Son una ofrenda para mi futuro omega — Loki al escuchar sus palabras sonrió y sus mejillas se enrojecieron un poco más ante sus palabras.

El ver cómo se dedicaban pequeñas y lindas ofrendas entre sí, era hermoso y sumamente adorable. Una demostración diaria de cómo su amor era puro y genuino.



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OMEGACEMBERWhere stories live. Discover now