EL FANTASMA DE LAS NAVIDADES PASADAS (LAST CHRISMAS)

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Se despertó porque alguien le daba golpecitos en la frente. Molestos, repetitivos, irritantes.

- No

Ni siquiera abrió los ojos para comprobar a quién tendría que matar una vez los abriese. Se limitó a repetir con una voz que esperaba que sonase más firme.

- No, no, no, no, ¡no!

Solo esperaba que no fuera el día que venían de la empresa de limpieza. Ayer había sido viernes. Quizás jueves. O lunes. Era complicado saberlo cuando todos los días se parecían tanto los unos a los otros.

Pero el golpeteo no cesaba. Era totalmente posible que tuviese que abrir los ojos y estrangular con sus propias manos a quien hubiese decidido que era una buena idea interrumpir lo que prometía ser una fabulosa resaca.

- ¿Qué putos cojones pasa?

Se levantó de un golpe y su cerebro aulló de dolor dentro del cráneo. Su primer impulso fue volver a dejarse caer sin embargo se frenó en seco cuando descubrió a Roi Mendez al pie de su cama, con una sonrisa satisfecha.

- Estás despierto. ¡Fantástico!

- Pero, ¿qué....?

Roi dio un par de pasos hacia delante confiado y le tendió la mano. Luis la apartó irritado de un manotazo.

- No me jodas Roi, déjame tranquilo.

Su amigo retrocedió de nuevo y cruzó las manos a su espalda. A pesar de que su dolor de cabeza juraba lo contrario, todavía no debía haber alcanzado la parte de la resaca de la borrachera porque habría jurado que estaba vestido con un traje de chaqueta azul cielo, de esos que los raritos del instituto llevaban en las pelis de los años ochenta, con su fajín de volantes incluido.

Apretó los ojos para deshacer la ilusión, pero al abrirlos de nuevo allí estaba Roi con su esmoquin rarito, los brazos cruzados y las piernas abiertas.

- En realidad yo no soy Roi- afirmó sin pestañear siquiera.

Luis se aguantó las ganas de soltar un bufido. No estaba de humor para una de sus bromas extrañas tampoco.

Se dejó caer de nuevo de nuevo en la cama y escondió la cara en la almohada. Olía a alcohol y a tabaco. Incluso puede que hubiera un resto de perfume de la chica por allí.

- ­­­­Te lo suplico tío. Tengo una resaca del quince- esperaba poder hacerse entender.

- ¿Y cuando no?

A pesar del sentido de las palabras el tono no se alteró en absoluto.

- Si me miras bien, te darás cuenta de que no soy Roi- insistió.

Era inevitable que le picase la curiosidad. Haciendo un tremendo esfuerzo abrió un ojo, uno solo y miró en la dirección de la voz.

Había una luz muy fuerte justo detrás de Roi. Probablemente la del baño, porque no podía ser tan tarde como para que fuera la luz del sol entrase con fuerza por la ventana.

- Mírame bien, anda.

Un poco más de esfuerzo, bastante más y consiguió incorporarse. Era cierto que, además del absurdo traje, Roi parecía diferente de alguna forma. Se había cortado el pelo, lo que era posible en los cuatro o cinco días que hacía que no le veía, pero lo de haber adelgazado cinco kilos de golpe ya le parecía mucho más complicado.

- No soy Roi- insistió- soy la primera visita que esperabas.

- No me jodas que aún estoy colocado.

Cuento de navidadWhere stories live. Discover now