36.

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Era muy temprano, el sol apenas estaba saliendo y él se encontraba de pie frente al espejo.

Faltaba una hora para que Liam se levantará para ir a trabajar, sabía que estaba cansado, fue por esa razón que no quiso despertarlo.

Los últimos días por fin pudo comenzar a caminar por su cuenta, el día anterior, había ido al hospital por su control, todo estaba bien. No había riesgos de recaer, su sistema estaba libre de nuevos inconvenientes.

Sus cabellos comenzaron a incrementar fuerza y cantidad, eso le hacía feliz. Pasó su mano sobre las cortas pero bastantes hebras azabaches, sentía sus dedos picar en cuanto los pasaba por su cabello, aún así, le gustaba esa sensación. Luego tocó sus crecientes cejas y también observó que sus pestañas estaban como antes.

Estaba volviendo a ser el mismo de antes.

Y eso le hacía sentirse bien.

Habían sido días de completo dolor y sufrimiento para él.

Con el miedo constante de no saber lo que ocurriría al otro día, de si despertaría o simplemente su cuerpo no resistiría un nuevo amanecer.

Recuerda esos minutos antes de dormirse en el quirófano, recuerda el miedo y los nervios, por no saber si volvería a ver a Liam otra vez.

Recuerda esa noche estando solo al terminar aquella carta, con sus ojos inundados de lágrimas, en esa casi oscuridad de la habitación, ¿Como hubiera sido la vida de Liam si él no sobrevivía? Eso era lo que más le había aterrado en esa semana previa a la cirugía.

Porque, desde que Karen le había contado, después de haberle suplicado su afirmación aquella vez en que le fue a visitar al hospital, que Liam había atentado contra su vida, él tenia miedo de que volviera a ocurrir lo mismo si algo le pasaba.

Por esa razón, le había rogado tanto en ese escrito, que si no sobrevivía, no se rindiera, que siguiera viviendo por los dos, sonriendo por los dos, tal y como lo había hecho siempre.

Le pidió a su abuelo, que no le permitieran perder esa batalla, su abuelo le había prometido que jamás le dejaría solo. Supo que no le había mentido.

No sabía cómo ser fuerte, pero tenia alguien por quien luchar y todo lo que hizo fue pensar en él y en la fuerza que su Liam le demostró en cada ocasión, en cada mal momento, en cada golpe bajo que la vida le había dado.

Si Liam era fuerte, él debía demostrar que era digno de estar a su lado y serlo también.

Y cuando despertó, cuando abrió sus ojos y se encontró con esos mieles que amaba, entendió que no había vuelto a fallarle, que había cumplido con su promesa.

Porque él también luchó para vivir por los dos.

Sus comisuras se elevaron y se permitió sonreírse a si mismo.
— Lo lograste, Zayn. — murmuró por lo bajo mientras de veía fijamente en el espejo. — Lo lograste por Liam, lo hiciste por él, ya no eres una mala persona. Volviste a ser bueno.

— Siempre has sido bueno, vida mía. — la voz de Liam lo hizo voltear rápidamente para encontrarse con el ojimiel parado en el umbral de la puerta, apoyando su hombro contra el marco y viéndolo de esa manera que le hacía sentir esa cálida sensación en su pecho.

Ladeó levemente la cabeza.
— ¿Hice mucho ruido? Lamento haberte despertado.

Negó mientras se encaminaba hacia él.
— Me he despertado en cuanto no te sentí junto a mí. — no tardó nada en rodearle en un tierno abrazo y hacerlo sentir seguro, no sentía ningún temor cuando estaba entre los brazos de su Liam. — ¿Te sientes bien, cariño?

¿Can I hold you again? (ZIAM MAYNE)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora