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Steve intentó lanzar su escudo para evitar que el ascensor se cerrara, fallando en su intento.
Olivia comenzó a sentirse asfixiada al no poder encontrar una salida, y al estar la sala iluminada no podía transportarse. Su respiración se sentía pesada y veía a todos lados para encontrar una forma de salir, pero era imposible, estaba todo sellado.
─Tenemos un explosivo─informó Natasha, alterada─. Misil de corto alcance, 30 segundos como máximo.
─¿Quién lo dispara?
─S.H.I.E.L.D.
─Me temo que estuve haciendo tiempo, capitán─dijo Zola con superioridad.
Natasha sacó el USB de la computadora y lo metió en su bolso trasero.
─Dumma vetenskapsman, jag önskar att jag kunde döda dig. Jag hoppas att du ruttner i helvetet (Estúpido científico, desearía poder matarte. Espero que te estés pudriendo en el infierno)─ masculló Olivia con rabia ante la imagen en el ordenador, acercándose lenta y amenazante hacia la computadora, con el fin de destruirla.
Steve tuvo que tomarla por los hombros y jalarla hasta las rejillas del piso, ya que seguía lanzando maldiciones hasta Zola.
Olivia cayó en cuenta de que estaban a punto de morir, así dejó de resistirse y siguió a Steve.
En el momento exacto en que el Cap cerró la rejilla, se sintió la explosión.
Lo último que Olivia sintió fue un golpe en la cabeza que apagó las voces de golpe, al tiempo en que todo se hacía borroso y dejaba de sentir su cuerpo.
★
Despertó en un sillón desconocido con un dolor de cabeza horrible y toda la ropa rasgada. Soltó una maldición mientras se enderezaba, avisando a los presentes de su regreso a la conciencia.
Frente a ella se encontraba Steve, Natasha y un hombre moreno que no conocía.
─¿Te duele algo?─preguntó Steve en cuanto abrió los ojos.
Se acercó a ella y se puso de cuclillas para comenzar a revisar su rostro con detenimiento y ver si tenía alguna herida grave.
─Me duele el que me haya caído un edificio encima, pero más me duele pensar que mi auto murió junto con la explosión─Steve la miró incrédulo, ¿le dolía más su auto que todos sus moretones? ─. ¿Qué me pasó?
─Te cayó un pedazo de concreto en la cabeza─informó Natasha. Se acercó a la pelinegra y le dio una aspirina junto con un jugo de manzana, ya que sabía que odiaba el de naranja─. Te tuvimos que cargar hasta aquí.
Tomó el vaso que le ofrecía Natasha y se llevó la aspirina en la boca.
─¿Y dónde es aquí? ─preguntó con un pequeño eructo atorado en la garganta una vez que el vaso estuvo vacío.
