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Cuando llegaron al departamento ya todas sus compras estaban en la recepción. Olivia descubrió que Bucky era bastante útil, pues el peso de las cosas no le supuso ningún problema.
Comenzaron a acomodar todo, amueblando y decorando poco a poco el pequeño lugar que ahora podían llamar casa.
─¿Dónde va esto?─preguntó Bucky.
Olivia volteó a verlo, tenía varios casetes de películas y canciones en una bolsa.
─Ahí─señaló con la cabeza el centro de entretenimiento.
Regresó a su tarea de poner las cortinas, pero estaba un poco aburrida, pues ninguno de los dos hablaba.
─¿Has recordado algo?─preguntó con esperanza de crear una conversación.
Bucky la miró por unos segundos antes de regresar su vista a los casetes. Trataba de ordenarlos por color o por inicial, pasándolos entre sus manos cubiertas por sus guantes.
─Muy poco─admitió, colocando uno en el estante─. Sé que nací en 1917, que me enlisté en el ejército y que tenía una hermana, pero no recuerdo el nombre─a Stark le costó escuchar lo último, pues lo había dicho muy bajo.
─Es un gran avance─animó Olivia, desenredando un nudo de la cortina─. Teniendo en cuenta que apenas tienes 4 días libre, es un progreso.
─¿Y tú?─preguntó, tratando de desviar la conversación─. Cuéntame sobre ti.
─Bueno, ya te conté parte de mi triste infancia─se puso de pie para poder poner el cortinero, pero siguió hablando─. Luego de que me dieran de alta del internado en el 2008, Nick Fury me contactó.
Barnes recordó la misión en donde le habían encargado matar a Fury, el hombre negro del parche. Miró a Olivia, pero desvió su vista de regreso al ver que Olivia estaba de espaldas a él y su elegante figura era lo único que podría ver.
Siguió ordenando los casetes mientras escuchaba a Olivia hablar, ignorando lo calientes que se habían puesto sus mejillas.
─Me integró a su programa de espías secretos. Dijo que le resultaban útiles mis habilidades, así que me puso bajo tutela de Natasha Romanoff.
─Tus poderes─parló mientras abría otra bolsa que contenía platos. Olivia lo vio sobre su hombro y le señaló con la barbilla la alacena para que los guardara─. ¿Cómo los conseguiste?
─No lo sé─admitió, bajando de la silla en la que se había subido─. Tony me ha hecho varios estudios, pero no han encontrado la razón.
─¿Duele?─Olivia alzó una ceja, preguntándole a qué se refería─. Las pruebas─se explicó, colocando los platos en el compartimiento─, ¿te duelen?
