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𝐇𝐚𝐫𝐥𝐞𝐲

El rubio estaba pasmado contemplando a Harry caminar hacia ellos. Estaba muy seguro de que escaparía. Las probabilidades eran de cien contra uno.

No había pegado ojo la noche anterior. Harry no habría salido por la puerta de su dormitorio, de eso estaba seguro. Habría pensado en una forma más ingeniosa de escapar. Pero sea cual sea el plan que había estado preparando las últimas semanas, anoche era la noche. Tuvo que serlo.

Esperar hasta el último segundo posible era valiente, se lo atribuía, pero no iba a dejar que se fuera a una loca misión suicida en búsqueda de un lugar inexistente.

Sí, lo odiaría cuando lo descubriera y frustrara sus planes, pero lo superaría. Si lograba su cometido, él tendría una larga y saludable vida para odiarlo por ello y eso era lo que importaba.

¿Creía que era testarudo? Pues, Harley Kenner nació siendo mucho más terco y era una reputación que se había esforzado por mantener con el paso de los años.

En cuestión de tres semanas y media ya habían roto muchas de las barreras de Harry. Solo tenían que sacarle de la cabeza esa tonta idea de escaparse a ese paraíso inexistente de una vez por todas.

Y después de todo, pues, él sería su esposo. Que era algo bueno, porque podría vigilarlo incluso más de cerca. Estaba seguro de que él intentaría escapar por la ventana de su habitación y hacer otro ridículo intento de fuga.

Pero... su ventana nunca se abrió. Su cortina nunca se movió. A las cuatro de la mañana, tenía la certeza de que lo había arruinado a lo grande y que Harry había encontrado la manera de evadir su guardia.

Pero cuando Harry bajó de la escalera para desayunar, no sabía que pensar.

Su instinto le decía que él tenía razón sobre sus planes de escaparse, sabía que sí. No era tan buen mentiroso como pensaba que era. Tenía muchos gestos obvios, como la forma en que se pasaba los dedos por el cabello cuando estaba nervioso, o que sus ojos se movían un poco a la derecha siempre que decía algo evidentemente falso.

Y lo había estado observando atentamente en las últimas semanas.

Su lenguaje corporal gritaba que no veía la hora de irse de este lugar. Pero así pasaba un día, y luego otro, y otro más, hasta que finalmente llegó la noche previa a la boda y Harley dedujo que esa había sido su estrategia todo el tiempo.

Ser amable para apaciguarlos y distraerlos a todos con las preparaciones de la boda, sobre todo cuando se sentó a conversar con ellos la noche anterior y les dijo que pretendía consumar su matrimonio.

Consumar un cuerno. Se iba a escapar. Esperaría a que todos estuvieran dormidos y se escabulliría a primera hora de la madrugada.

Excepto que se quedó toda la noche. Y toda la mañana de hoy. Y durante el almuerzo previo a la boda. Harry se estaba comportando... normal, y estaba haciendo cosas alusivas a la boda con Wanda.

¿A quién demonios se le había ocurrido esa idea de una «boda al atardecer», de todos modos? El pueblo llevaba haciéndolo así desde siempre, pero esperar todo el día fue una maldita tortura. En especial con esa mierda de que daba «mala suerte» verse antes de la ceremonia.

Pero ahí estaba: caminando con ese bonito traje blanco, sonriéndoles a todos con timidez.

No se había escapado.

Esto realmente iba a suceder.

—Han venido aquí a ser partícipes de este compromiso que se harán mutuamente, a ofrecerles su amor y su apoyo a esta unión, y a permitir que el clan Kenner comience su matrimonio en armonía rodeados de las personas que los apoyan.

Harry estaba parado aquí frente a todos estos extraños, entregándose a alfas que conocía desde hace apenas unas semanas.

Pero ¿por qué?

¿Cuál era la trampa?

Parpadeó con fuerza varias veces. Tal vez no había ninguna trampa y solo había estado imaginando cosas inexistentes. Claro que le costaba demasiado dejar que las personas se acercaran a él, pero era lo mejor.

Se desempeñaba mejor en su trabajo cuando se alejaba, eso le permitía observar las cosas con claridad.

Es decir, todo lo contrario a lo que había hecho con Harry desde el primer día. Él solo lo hacía molestar. Se puso en peligro de una forma tan imprudente ese día en el campo... Todavía no sabía cómo llegó hasta ahí. No era como si se abriera demasiado con ninguno de ellos.

Pero de igual forma, cuando por fin lo llevaron sano y salvo a un lugar para que dejara de huir, cuando había tantos malditos lunáticos allá afuera, él...

Nunca en su vida había conocido a alguien tan frustrante. Si tan solo escuchara...

Exhaló de forma precipitada. Pues sí, le hizo pasar un mal rato, lo presionó en cada momento, luego lo impulsó y propició la tensión entre ellos. Que era sexual, pero también algo más que eso.

Había tenido una vida normal hasta que el omega apareció: hacía su trabajo, mantenía el pueblo a salvo. Era todo lo que le importaba.

—El matrimonio es una unión permanente. Los seis ya no vivirán por ustedes mismos, le pertenecerán al otro, serán un círculo irrompible. Deberán confiar, amarse y respetarse mutuamente. Se comprometerán, y es un voto que jamás podrán romper.

Los ojos de Harry descendieron al suelo de inmediato.

Otro gesto. Harley sabía que no estaba en su imaginación.

—En esta comunidad, el matrimonio representa una unión estable para comenzar a construir un nuevo mundo y establece los derechos y obligaciones entre todos.

Si tan solo hubiese existido un lugar así cuando él y su hermana estaban escapando, hace años... Era cierto que no sabía si ella habría sido una del afortunado diez por ciento que sobrevivió al virus, pero cualquier cosa habría sido mejor que...

—¿Y acepta usted, Harry Osborn, a los alfas delante de usted como sus esposos hasta que la muerte los separe? —Todo su cuerpo temblaba, pero su voz sonó fuerte y clara cuando pronunció la palabra: — Acepto.

Harley no esperaba sentir la satisfacción que rugía en su pecho, ni que todo su cuerpo se iluminara de una corriente de electricidad cuando se inclinó y le besó los nudillos. Luego deslizó el delicado anillo de oro en su dedo anular.

—¡Hoy ha nacido el clan Kenner! Seis son ahora uno. Lo que se ha unido hoy, no lo separe ningún hombre.

Que lo que se ha unido hoy, no se rompa en pedazos nunca.

Ni siquiera podía formular oraciones completas en su mente. Lo necesitaba demasiado. Solo había un único pensamiento abriéndose paso por el deseo que obstruía cada uno de sus poros: Harry. En la cama. Ahora.

No habría nada de espera para consumar este matrimonio.

Virus OmegaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora