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Naruto estaba cansado. La fatiga invadía todo su cuerpo completamente. Sus brazos, su abdomen y sus piernas le hacía temblar cada músculo.

Quería irse de ese lugar, pero sabía que era misión imposible lograrlo. No es como si pudiera escapar o pedirle a su padre libremente que lo saque de allí. Su madre nunca fue una opción, era una mujer sumisa que seguía las órdenes de su violento esposo y, si no lo hacía, debía sufrir las consecuencias representadas en golpes sin piedad a su lastimada piel.

Pensaba en su madre día y noche, se lamentaba de no poder hacer nada por ella. Aunque las opciones se reducían cada vez más.

Extrañaba despertar y que ella lo acune en sus brazos estrechándolo en su pecho, que le cocine la comida exquisita que tanto necesitaba y charlar con ella tranquilamente cuando tenían un tiempo a solas.

Nunca se esperó que el director Hiruzen lo llame porque tenía visita y que esa visita no era nadie más ni nadie menos que su madre. Cuando llegó a la entrada del establecimiento la vio y quiso llorar.

Tenía un vestido floreado celeste y unos lentes de sol, cosa que le sorprendió ya que era un día completamente nublado, aunque hacía bastante calor.

—Mamá. . . —Susurró con una sonrisa.

Se acercó dando grandes pasos hacia ella y, al estar frente a frente, la abrazó con todas sus fuerzas, descansando en su pecho y permitiéndose que sus lágrimas salgan de sus ojos.

—Te extrañé, Naruto. —Le confesó ella con felicidad, acariciando la espalda de su hijo.

—Y yo a ti. . . mucho. —Respondió.

Una vez que se separaron del cálido abrazo, se vieron frente a frente. Ella acariciaba sus hombros viéndolo con admiración.

—Estás tan grande, bebé. . . —Acarició la mejilla del menor.

—¿Qué haces aquí, má? —Quiso saber. Hace más de un año que no la veía y que se aparezca de la nada, a pesar de que le puso muy feliz, le sorprendía completamente.

—Quería. . . —Su voz sonó entrecortada, pero Naruto no lo notó. —. . . Verte, ¿no puedo?

—Claro, hazlo más seguido. —Contestó con una sonrisa.

Kushina apretó sus labios y volvió a abrazar a su hijo con todas las fuerzas que tenía en su débil cuerpo. Quizás era la última vez que lo veía.

—Debo irme, cariño. Quiero que sepas que te amo y eres lo más importante para mí. . . eres mi orgullo.

—¿Ya te vas? ¿Por qué tan rápido?— Su voz sonó desilusionada. Quería pasar más tiempo con su madre, le llenaba el corazón y le daba felicidad.

—Solo debo hacerlo, hijo. . . —Murmuró dolida. Naruto la vio interrogante y le sonrió. —Te cuidaré siempre. . .

Esas habían sido sus ultimas palabras a su hijo antes de abrazarlo nuevamente con grandes fuerzas e irse tratando de no ver hacia atrás.

Naruto veía la silueta de su progenitora marcharse del lugar con una sonrisa en su rostro. Realmente la había echado de menos. Deseaba salir de es lugar rápidamente para vivir con ella de manera permanente.

Academia Militar |NaruSasuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora