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1 a.m

Gianelli reposa en la puerta de su casa, ¿Qué acaba de suceder? Está completamente golpeado, suspira, le duele todo, como puede se levanta y se dirige al baño más cercano, sangre en sus cejas, sus pómulos enrojecidos, su nariz no para de sangrar. Pone alcohol en un algodón y hace presión con eso en sus cejas, arde. No para de observar su rostro. << ¿Mi culpa? >> No, no es su culpa, de esto esta completamente seguro, aunque no haya ganado esa pelea, se siente arrogante << Disculpa Provolone, no tengo la culpa de qué tu niña tenga problemas para olvidarme >>  No se lo dijo, no quería sus costillas rotas. Provolone estaba preparado, mientras que él no, hace mucho no golpeaba a alguien, bueno, tampoco es que no lo haya ni tocado, supone, que, a lo mejor le dejó uno que otro moretón. Vuelve a suspirar, se da cuenta que sí le han humillado, hasta le escupieron. Abre el grifo y se echa agua helada por la cara. Se da cuenta que aunque evite las cosas, estas siguen ahí, pero lo niega.

—Ojalá te vaya bien, yo sé que soy tranquilo. Pero Provolone, heriste mi ego.

Habla para si mismo. Tiene algo claro y es que cobrará venganza, siente un escalofrío. Se desnuda y decide tomar una ducha fría. Se acuerda cuando ella estaba ahí, hace unos meses, duchandosen juntos. Ahora, se siente bastante humillado, lo reconoce y no solo por aquella pelea, también por la forma tan estúpida como la perdió, a ella, a la qué creía que era su gran amor de la vida. Admite su error, fue cruel, aquella vez... Embriagado, le dijo muchas palabras hirientes, cree que merece esa golpiza. Supone qué si Provolone supiera lo que le dijo aquel día, muy decido le hubiera fracturado algunas costillas. Termina de ducharse, va a su habitación un poco menos adolorido, aunque eso no le importa, solo se deja llevar por sus pensamientos; busca algo en sus cajones y encuentra una foto de ella, sentada en la arena, sonriendo, la había tomado él mismo antes de bailar mientras observaban el bonito atardecer que los rodeaba. Quisiera deshacerse de la foto, no es capaz de hacerlo. Es una de las únicas cosas que tiene de su recuerdo, de su historia tan maravillosa, la guarda dentro de un libro y trata de dormir, simplemente su recuerdo no le permite. 

Marzo del 2019

—¿Qué tal tu clase?

—Fue interesante. ¿Qué tal las tuyas?

—Nada mal. Cariño te tengo una sorpresa.

Gianelli lleva a Antonia a un pequeño y acogedor restaurante, le regala un conejito de peluche, tiene un corazoncito y un pequeño sombrero que hace ver tierno al peluche. Antonia esta encantada con el regalo, luego, piden un plato de ñoquis acompañado con cerveza, ella esta feliz pero no entiende el motivo del almuerzo y el peluche. 

—¿Cuál es el motivo de esto cariño?

—Antonia. Hoy hace cinco meses estamos juntos.

Le cae como un balde de agua fría, no dice nada por unos minutos. ¿Cómo pudo olvidarse? Que tonta, se siente apenada, lo mira y se echa llorar. Gianelli trata de calmarla, no se siente mal, sabe muy bien como es su novia con las fechas, le da un beso y deja de llorar, se limpia la nariz y espera que no haya corrido el rimel.

—Tranquila, no pasa nada. Para el próximo mes tu preparas una sorpresa para mí.

Cierran su trato con un dulce beso. Antonia se siente muy enamorada y no se perdona el hecho de haber olvidado su fecha, aunque siente que por falta de tiempo lo ha olvidado, no es así. Pero podría regalarle algo a su novio, algo inesperado. Le pide que vayan al centro de la ciudad, bajan de la Derbi GPR y le pide que la espere afuera. Antonia entra en el local de fotos, compra un álbum, sale y le entrega el regalo. Él desconcentrado, la mira tierno, no sabe a que se debe eso. No tiene ni la mínima idea de qué en ese álbum guardarán los mejores recuerdos juntos. Gianelli baja obligado de la moto, entra junto a ella al local y se meten a una cabina de fotos, les toman varias fotos. 

—Mira, esta será la primera foto de nuestro álbum, perdón por olvidar nuestra fecha, no era mi intención, espero te guste la idea... 

—Claro que me gusta, que hermosa idea.

Se dan un beso y Gianelli deja a su novia en su apartamento, la ve entrar, la admira, es tan delicada y tan bella. No puede perderla, se siente agradecido por tenerla. Enamorado, alegre vuelve a su casa, piensa en lo que pueden hacer juntos y completar ese álbum, pueden ser fotos en la playa, en algún mirador, en un restaurante o en sus habitaciones. Se emociona, quiere hacer las cosas bien, tenerla en sus brazos, para él, es un privilegio que no cualquiera lo tiene. 

Tiempo actual

—Joder Gianelli, pero te han jodido la puta cara.

—Jianna... ¿Quieres dejar de hablar así?

—Ah verdad qué estoy frente al italiano más educado del mundo. Pero cuando estoy encima de ti, ahí sí no me dices nada en absoluto.

—Calláte. 

Jianna trata de curar sus heridas. No lo logra, solamente trata de hacer que se sienta mejor. Ella no sabe la verdad, no sabe el motivo por el cuál Provolone golpeó a Gianelli, según él, porque Provolone es un tipo alzado que quiere discutir con todo mundo. Aunque pueda ser una buena razón, ninguno de los se lleva bien, van a la misma facultad y a las mismas clases, pero jamás habían tratado de ser amigos o tener una charla corriente. La primera vez que tuvieron que tratar, discutieron porque no podían ponerse de acuerdo, ambos tienen el ego elevado, desde entonces jamás han hablado, otras veces si han intentado pelear por razones estúpidas. Pero esta vez no fue una razón estúpida, fue por ella. 

—Gi —le dice con cariño, tomando su rostro delicadamente— ¿Crees que un poco de mi te ayude a sentirte mejor?

Él la aparta un poco molesto.

—¿Me ves en las condiciones de hacerlo? Perdóname, Jianna pero siempre vienes por ese motivo. Somos amigos también, ¿Podrías apoyarme en este momento?

—Solo decía... Disculpame tú a mí.

—Ya no importa.

Se crea un ambiente un poco pesado e incómodo. Llama a Jianna, le pide que se quede en casa y de paso que compre unas cervezas. Tratará de sacarse esos pensamientos que lo aturden de la cabeza, no es la mejor terapia pero podría ayudarle. Jianna es muy bonita, le gustan sus piernas largas y su piel suave.
Ella llega feliz, su objetivo es el mismo, tratar de olvidarse de sus asuntos, aparte le gusta divertirse de esa manera, aunque a veces sólo quiera a Gianelli para eso. << ¡Qué más da! Ni siquiera siente nada por mí, de que me podré arrepentir. >> Sonríe, sabía que iba a ganar, no se resistiría a sus caricias...
Se quedan en el sillón, esta vez lo hacen con delicadeza, no es como lo prefieren pero es lo que deben aceptar.

—Gi estoy sola para ti.

Abrazada a él, le habla de sus problemas, pero él no escucha realmente. Le acaricia el pelo, como señal de que la entiende y la escucha, pero no es así, no piensa en nada, se siente vacío.

—Yo sé que para ti es raro hablar después de hacerlo pero... 

—Se directa.

—¿Si te digo que me vuelvo a España? ¿Vendrías conmigo?

—¿Irte? Tengo mi vida aquí Jianna. Por favor vete...

Gianelli se levanta y va a la cocina, espera que se vaya. Escucha la puerta y aliviado se pone la ropa. Todo va de mal en peor, trata de hacer algo bien pero no puede, el mismo se limita. Se siente fastidiado y decide salir para quitar su estrés.
Antes de salir, recibe una llamada, es un número desconocido, contesta.

—¿Quién?

¿Cómo van esas heridas muchacho?

—¿Provolone?

Yo no he terminado contigo, nos vemos pronto, lo mejor es que practiques. Por lo menos yo pude irme caminando esa noche, no como tú que te quedaste en la puerta pensando qué sucedió. Ridículo, de mi no te vas a deshacer, además jaja, ya casi entramos a la facultad, que lindo será ver tu rostro rojo, humillado. Buena suerte próximo doctor, si quieres en un futuro te arreglo la cara que poca te va a quedar Rizzo. Gianelli Rizzo, no te voy a cobrar, irás con el mejor cirujano plástico de la ciudad. Besitos.




Cambio de luzWhere stories live. Discover now