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—¿Podrías hacerme un favor?

—¿Qué tipo de favor?

—Es algo que Antonia no puede saber

—Depende.

—Bueno, necesito que Marti pueda darle su merecido a Gianelli.

—¿Quieres que trate de convencerlo? Pero si tu sabes que tampoco yo he peleado.

—Sería la última pelea.

—No lo sé Gaia.

—Hazlo por mi. Por lo que tene... Bueno por lo que sea que seamos.

—Esta bien.

—Gracias. Pero Antonia no puede saber por nada del mundo.

Gaia armando un plan en su cabeza, puede que no esté tomando las mejores decisiones, pero quiere tratar de ayudar, aunque eso no sea lo mejor. Literalmente se ha ido todo al borde, las cosas entre sus amigas están... Raras. Ilaria esta bastante callada acerca del tema y teme que ella sabía algo sobre Ayleen. Y ella misma lo va a averiguar.

—Gaia, de algo quería hablar contigo.

—Dime.

—Acerca de nosotros.

Juntos van caminando por un sendero, en un parque muy acogedor. Andreus ve un puesto de flores y decide comprar unas, le pide a Gaia que cierre los ojos y lo espere donde pararon. Por suerte, no vio el puesto de flores. Regresa y le pide que abra los ojos.

—Mira, yo no podré darte por ahora algo muy costoso pero... Yo quiero que seas mi novia.

Gaia no tiene ninguna expresión. Esta sorprendida, no es real o eso cree.

—¿En serio?

—No estoy bromeando —le da un dulce beso.



Empaca lo último de su maleta, algo de maquillaje, cremas corporales. Un pequeño descanso, alejada de este sitio le ayudará a sentirse mejor, quisiera alejarse de ella misma. Ha pensando tantas cosas, que ha llegado a la conclusión de que su vida se ha convertido en algo dificil de vivir, es triste la razón; un hombre, alguien tan desastroso como para los demás, como para ella. ¿En que momento su corazón se ha cerrado ante solo una persona? ¿Cómo es posible que no lo puede sacar de ahí? Y, debería pensar en todas las cosas tan terribles que ha cometido este tipo, para aprovechar y sacarlo de su corazón. Pero sin embargo, la respuesta es negativa. Esta cansada. A su lado tiene a alguien mucho mejor, que ha demostrado ser una agradable persona, pero por más linda que sea, ella piensa en alguien que no la merece. Aunque lo veía seguido en su entorno social, no estaba para ella como lo deseaba. La única forma de verlo era a tráves de sus sueños. Donde veía su rostro dulce, su cuerpo formado, creando escenarios que sólo ella podía ver. Y en su último sueño, ahí, sintió un cambio de luz, un rayo de sol muy parecido al que estuvo, una vez, en su cama junto a él. Pero esta vez, se encontraba sola. Decepcionada, cierra la maleta.

—En cuatro horas es tu vuelo, debes irte dentro de poco. 

—Ya lo sé mamá. 

—¿Te despediste de tus amigos y de tu novio?

—Sí. Pediré un taxi.

—Esta bien. 

En uno minutos llega el taxi, madre e hija se despiden, se abrazan fuerte, Antonia sale del departamento y con sus maletas se dirige al elevador. Se abren las puertas, no esta vacío. No puede creerlo, se queda unos segundos admirando su rostro, ¿Está viendo lo que cree?

—Hey, ¿Te vas a quedar ahí?

Entra al elevador con su maleta.

—¿Qué haces tu aquí?

Cambio de luzWhere stories live. Discover now