Ｅｒｅｓ Ｍｉ Ｍｅｓｔｉｚａ »»ʂԋιƙαɱαɾυ ɳαɾα««

10.

Han pasado ya semanas de la muerte del Sarutobi, incluso las misiones que se le encargaban a los equipos se completaban de manera exitosa. Pero la misión mas reciente dejo pensando a la Senju, una donde conocieron a un chico que estaba apegado a una mujer que tenia un extraño Kekkei Genkai de Cristal.

— Cuando se encontro con el niño por primera vez ella estaba investigando el área y lo encontro con las flores Camelias.

— Tus ojos son bonitos, parecen unas camelias rojas —. Dijo el pequeño mientras sonreía.

— ¿Camelias? Niño, no deberías estar por aquí tú solo, es peligroso, debes ir a casa.

Yumiko estada decidida a volver con su cometido, pero la voz del castaño la detuvo.

— ¿Casa? Dime, ¿es lindo tener un lugar al que llamar hogar? Yo no tengo un lugar al que llamar hogar, no tengo a nadie que me quiera o necesite para llamar hogar.

La expresión de Yumiko mostraba su sorpresa, pero luego se transformo en una algo apagada y triste.

— Hace mucho me fue arrebatado a lo que tú llamas hogar — La cara del niño mostraba su incredulidad, pero pareciera que le pedía con la mirada que continuara. — Pero ahora considero mi aldea como mi hogar, porque hoy en día hay personas que apreció.

— Tu hogar debe de ser hermoso, y más porque tienes a quienes te quieren, ¿ellos son tu familia, no? — La albina asintió levemente. — Me alegro por ti, niña de los ojos camelia, estoy seguro que algún día tambien podre tener a alguien que me necesite y así podre tener un hogar.

Ella le brindo una pequeña sonrisa para después marcharse. Yukimaru es el nombre del pequeño niño, y quien lo diría, al final lo volvería a ver antes de terminar su misión.

Después de aquella misión le toco un breve descanso a los que formaron parte de ella, cuando volvió a su apartamento tomo una ducha. Se arreglo y ya que era unos días de descanso hasta nuevo aviso se coloco una ropa civil, asi que decidió salir de casa y caminar, estar sola le pareció aburrido pero no encontraba a nadie que conociera para pasar el rato, hasta que a unos metros miro a un hombre alto y de cabellera plateada. Sin dudarlo se acerco a él sorprendiendole con la guardia baja tomando su libro.

— Te estas oxidando, Kakashi. Ya es fácil quitarte tus libros, ¿qué paso con Kakashi el NInja que copia? — Se burlaba de él mientras caminaba delante suyo, miro la pagina donde el mayor estaba leyendo, pero solo pudo leer el primer párrafo antes que se lo arrebatara el Hatake.

— No deberías leer eso, eres muy joven aún — Guardo su libro en su porta armas, aunque por su tono de voz se le noto un poco avergonzado. — Por cierto, ¿tú no tendrás que ver con la desaparición de uno de mis libros, cierto?