43

492 37 0
                                    

Irina Pov

Las palabras de Josef me dejaron anonadada, nunca en todos sus años a mi lado lo había visto así, sin importar que, jamás había repudiado mi tacto, por lo que se con certeza que estoy jodida, he perdido lo único sincero que me quedaba y tengo que recuperarlo a como dé lugar.
Luego del repentino desmayo me desperté con el olor del alcohol que Isaac sostenía cerca de mi nariz pero no más abrir los ojos este salió de la habitación seguido por Ivan.

Acababa de perder a las únicas personas que consideraba mi familia y las ganas de matar me consumían como si hubiera fuego manando de mis entrañas, él no debió enterarse, ninguno de ellos debía de hacerlo y Stephan no tenía que haber abierto la boca, por lo que si en algún momento pensé darle una muerte rápida, ese pensamiento ya se había esfumado, merecía sufrir como no había hecho sufrir a nadie. Tal vez si Josef ve la poca estima que le tengo a esa rata, que no siento nada por él, me perdone. Quiero que venga a cuidarme, que me arrullé como una niña, como hoy en la tarde, cada día me siento peor, el cansancio me abate de a poco hasta que la fatiga me vence. Las náuseas no han parado en días y cada día los desmayos son más frecuentes, estoy débil y eso me preocupa. Una idea de cómo tener a Josef allí durante la tortura se abre paso en mi mente.

Tomando el micrófono que transmite a todos los altavoces de la mansión doy una orden que todos deben cumplir.

- Atención, quiero a todos los reclutas y a la guardia en veinte minutos en el sótano para que vean lo que pasa cuando alguien traiciona a la mafia roja, porque al parecer a mi tercer grupo de reclutas no le quedó claro- esto último lo dije con enojo. 

Fui a cambiarme a mi habitación, tras ponerme unos shorts y un sostén deportivo blanco me mire al espejo, en el último mes había aumentado de peso aunque no de forma significativa, sin tomar en cuenta eso me dirigí a la cocina y tras tomar una bebida energética, que de seguro necesitare, bajo al sótano.

Todos fueron llegando de a poco debido a que debían terminar sus tareas. Cuando todos se encontraron tras el espejo de la sala contigua a la de torturas y con los trillizos en sus lugares de honor en la primera fila, llame a Koby para que me ayudara con algunos detalles, e instantes después estaba esperando mis órdenes.

-Trae a Mitchell aquí, atalo a la silla de la esquina y moja sus pies, cuando termines con eso prepara la camilla y trae del cuarto de torturas medievales las uñas de gato*, una pera* y la cuna de judas*- le digo pensando en lo que voy a hacer.

-Como ordene zarina- me dice mientras sale de la habitación.

Momentos después lo veo a través de la puerta como le sonríe a Topacio antes de dirigirse a cumplir su tarea, los comentarios del día en que llegue cobraron vida poco a poco y por una vez me alegre de que mis chicas empezaran a superar sus pasados.

*****

Las luces que inundan el sótano iluminan la mirada asustada de Daemon mientras observa todo lo que se encuentra a su alrededor, al verme entrar a la sala su sonrisa aparece, como si esperara buenas noticias, lástima que solo soñara con esa estima que le tenía, con ese amor tan onírico.

-¿Vas a sacarme, cierto?- pregunta esperanzado.

-No cariño, vas a morir- le contesto sínica.

Entonces me mira fijamente a los ojos, los suyos llenos de lágrimas. E indaga:

- ¿Esto ya terminó?

Lo miro sin mostrar culpa alguna y le susurró al oído.

- Esto nunca existió.

Mi cara es la más fría mascara de hielo y el solo quiso saber algo más.

- ¿Quién eres Irina? ¿Qué soy para ti?

La emperatriz de la mafia roja Where stories live. Discover now