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Irina POV

Los cuatro tipos caen muertos al instante y las muñecas quedan libres y sin ningún daño serio a simple vista, pero aun así miro a mi alrededor para saber a dónde fue a parar la última bala, a mi izquierda Josef esta con los ojos cerrados, luego me mira con los ojos muy abiertos evaluándome pero su mano no se aparta de la parte baja de su abdomen, sus ojos se fijan en los míos antes de caer al suelo inconsciente. La sangre filtrándose por entre sus dedos y manchando el suelo.

- Josef, Josef, joder respóndeme- le pedí golpeando su mejilla con fuerza.- Ivan, no...No...No reacciona, busca un auto, llama al médico no sé lo que te sea más rápido pero ayudarme a salvarlo, no puedo hacerlo sin él -confesé antes de que todo se volviera negro a mi alrededor.

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El movimiento del auto en él que íbamos a toda velocidad me despertó tras una fuerte sacudida, sobre mis piernas iba apoyada la cabeza de un aun inconsciente Josef y a sus piernas haciendo presión sobre la herida con un paño encharcado en sangre se encontraba Ivan, Isaac estaba al volante junto a Dmitri.

- ¿Cómo está?- Pregunto dudosa viendo su pecho subir y bajar con un ritmo lento pero constante.

- No lo sabemos, ha perdido mucha sangre y aún faltan unos veinte minutos para llegar al hospital- me contesta Ivan preocupado- no sé si lo logre Irina- confiesa.

- Isaac, no me interesan las leyes del tránsito en este momento, ni la velocidad máxima de este trasto pero has que se mueva al máximo de su capacidad, ya solucionaremos el resto después- le ordenó, pero la voz me tiembla.

- Eso intento querida, pero había un atasco desde hace una hora en la autopista y tuvimos que tomar carreteras secundarias- admite en el momento en que observo uno de los marcadores del auto, 190 km por hora marcaba el mismo.

Algo extraño se sentía en mi interior, algunos lo llamarían de otra forma, pero por primera vez en la vida sentí el miedo a flor de piel, sentí lo frágil que puede ser la vida de alguien que amas, y esa es la realidad, lo amo casi tanto como lo necesito.

- Josef, cariño- susurro a su oído con la esperanza de que me oiga.- Es que acaso no quieres ver a nuestro hijo, no puedes ser tan cruel como para dejarme embarazada y luego abandonarme sola con esto, te perderías el nacimiento de tu mayor deseo, que le diré cuando pregunte por su padre, o es que acaso no quieres oír eso que llevas tiempo esperando- le reprochó aun con el miedo a flor de piel. Trato de pensar en algo para hacer hasta que un recuerdo de algo aprendido de mi madre viene a mi mente.

…El salón estaba listo para una de esas clases de supervivencia de mi madre, las cuales pensaba que eran muy importantes, ni que nos fuéramos a vivir a una isla desierta.

-Irina- me riñe- concentrate, esto puede salvarte la vida algun dia.

-Si madre- replique.

-A ver, repite lo que acabo de decir- me pide.

Miro a Josef desconcertada ya que no estaba prestando atencion y este estalla en carcajadas. Mi madre comienza a impacientarce y finalmente me golpea con una regla justo en el centro de la mano.

-Para que a la próxima prestes atención, Josef no siempre va a decirte las cosas que te has olvidado de aprender- alega- Josef, puedes explicarme lo último que dije.

-Si señora, nos acaba de enseñar a cauterizar heridas para minimizar el sangrado, debemos tomar un objeto de metal, un cuchillo por ejemplo, lo calentamos hasta que se torne rojo y luego lo pegamos a los bordes de la herida- expone mirando mi mano para comprobar que este bien...

Sacando un cuchillo de mi bota me decido a hacerlo, todo dolor o cicatriz sea por su bien.

- Isaac, pasame el encendedor- exijo con seriedad.

La emperatriz de la mafia roja Where stories live. Discover now