Prólogo de los momentos felices II

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Cuando Lorenzo se fue, hice un esfuerzo por sosegarme tomándome una infusión. El efecto sedante de aquellas hierbas solo consiguió que mi cuerpo se destensara un poco, pero no logró que mi mente se relajara y dejara de divagar. No podía entender su reacción exagerada. Siempre había sido atento y cariñoso conmigo. Tal vez incluso demasiado. Después de saber que mi tío le había pedido que cuidara de mí, podía comprender hasta cierto punto su exceso de control… Pero nunca se había comportado de forma agresiva.

Había estado desaparecida dos días, con la nevada, los lobos, y los peligros propios del monte, pero ¿justificaba eso su comportamiento? Me froté la muñeca, todavía dolorida por la fuerza de sus dedos, y recordé su mirada glacial, sus gritos… Y después, su disculpa, su forma de besarme en los ojos. Y su regalo.

Miré la libreta reposando en el sofá y la tomé entre las manos. No estaba segura de querer saber qué cosas había anotado en ella. Aun así, la abrí. Mis ojos se entretuvieron un momento en la leyenda, impresa tras la cubierta, referente a la imagen: 《El primer beso, de Adolphe William Bouguereau》.

Tras una hoja en blanco, había un texto escrito en tinta negra con una letra redondeada e infantil.

Querida Sheyla:

    La otra noche, después de leer 《El bosque de los corazones rotos 》, prometiste anotarme en la primera página ....

Me sentí tan afortunado de saberme protagonista de tus futuros instantes felices, que no he podido evutar redactar un prólogo con los primeros titulares.

     Amor mío, esos momentos ya están escritos.
  
   Solo espera que tú y yo les demos forma para que puedan sumar a nuestro epitafio.

Lorenzo.

Pasé la página con más temor que curiosidad . Una frase encabezaba aquella hoja.  La leí  al tiempo que se me formaba un nudo en el estómago.

《Prólogo de los momentos felices en la vida de Sheyla》

  Cerré el cuaderno de golpe .

Después subí a mi habitación, me puse el pijama y me metí en la cama. Entre las mantas me sentí más valerosa para enfrentarme a aquellas líneas.

  Prólogo de los momentos felices en la vida de Sheyla:

  _ Primer beso apasionado con Lorenzo (duración aproximada: 15 minutos).

_Cena romántica y paseo por el bosque con Lorenzo (duración aproximada: 5 horas).

_Cita en la Dehesa y pérdida de la virginidad con Lorenzo (duración: toda la noche).

Solté el cuaderno aterrada y traté de recordar cada momento con Lorenzo. La última noche, antes de su partida, había habido algún acercamiento entre los dos, alguna insinuación… pero nada que pudiera hacerle pensar que yo estaba dispuesta a… ¿acostarme con él? ¡Ni siquiera recordaba haberle confesado que era virgen! Releí el último punto y sentí cómo un escalofrío recorría mi espalda.

Mis temerosos pensamientos vagaron después por otros sucesos vividos desde mi llegada a la Dehesa: las cosas movidas de sitio, las desapariciones, el asalto a la casa, las amenazas de muerte en los terroríficos e-mails… ¿Y si…? ¿Y si Lorenzo tenía algo que ver con todo eso?

Me regañé a mí misma por aquellas conclusiones. Puede que Lorenzo se hubiera comportado de forma extraña, pero… ¡éramos amigos! Además, ¿qué ganaba asustándome?

En aquel momento sentí un ruido extraño que provenía de la planta baja. Era como si alguien estuviera tratando, con poco éxito, de abrir la puerta con sigilo.

Salté de la cama de un brinco.

Tuve la ilusión fugaz de que fuera Besco, atraído por el olor de mi miedo.

Lo descarté enseguida. Primero, porque mi ángel era silencioso como un fantasma y, segundo, porque había visto el reflejo de unos faros un instante antes de escuchar el ruido.

Además, y esta razón dolía y pesaba como ninguna otra: solo habían pasado unas horas desde su promesa de no volver a verme.

La idea de que pudiera ser Lorenzo me heló la sangre. ¿Y si había regresado dispuesto a saldar el tercer punto de su prólogo? Después de haber conocido una parte oscura de él, no estaba segura de hasta dónde podía llegar para conseguirlo.

Me pegué temblando a la pared y avancé de puntillas por el pasillo hasta las escaleras.

El destello de una linterna en el salón casi me arrancó un grito.

El bosque de los corazones Rotos©✔Where stories live. Discover now