XXIV

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El corazón le galopaba con fuerza al igual que el galope de Hermès, la línea de meta estaba cada vez más cerca para ellos y la urgencia de llegar era cada vez más grande al ver a los costados que se encontraban solos. Jessamine relamió sus labios al mismo tiempo que apretaba con fuerza las riendas. Sin pensar más que en cruzar la línea antes que cualquiera, lo lograron, a los pocos segundos los otros caballos comenzaron a cruzarla también. Automáticamente al llegar a la meta parecía como si sus oídos se habían destapado, tenia todos los ruidos, gritos y demás totalmente silenciado en su cabeza.

Sonrió para bajar la mirada a su caballo y acariciarlo al mismo tiempo que repartida besos en su cabeza, lo habían logrado. La joven guió a su caballo fuera de la pista donde se haría la entrega de premios junto a las entrevistas a los reporteros. Se bajó del caballo una vez que estaba llegando al lugar, sonrió tranquila al ver como Charlie se acercaba a ella con una sonrisa de oreja a oreja, ese día solo él estaba con ella, nadie de la familia Shelby había ido a verla.

Luego de la entrega de premios y hablar con los periodistas logró escapar junto a su caballo de aquel revuelo.

Estoy orgulloso de ustedes.—fue lo primero que dijo Charlie mientras abrazaba a la joven.—Estuviste genial.

Gracias.—le devolvió el abrazo mientras suspiraba levemente.—Estoy cansada, vayamos a casa.—respondió con una falsa sonrisa.—

Charlie asintió y se llevó a Hermès al camión que lo iba a llevar hacia la mansión mientras que la joven fue a cambiarse a los vestuarios, una vez cambiada camino hasta la salida del gran hipódromo, fue hasta donde la estaba esperando Charlie y se subió al auto en silencio.

Al llegar a la casa ambos se bajaron del auto, Charlie se despidió de la joven no sin antes felicitarla de nuevo, el sacaría a Hermès del camión y lo llevaría al establo. 

Jessamine entró a la casa en silencio, ya había anochecido, la casa se sentía tan vacía y silenciosa como siempre, no era algo que le molestaba pero a veces la asustaba. Caminó rumbo a las escaleras para ir a su habitación, pero a mitad de camino la voz de árgomas la detuvo.

Felicitaciones.—dijo con la voz ronca de siempre mientras la miraba desde abajo con las manos en los bolsillos.—

La castaña tomó una gran bocanada de aire y se dio vuelta en el escalón para encarar al mayor.

Gracias.—respondió seca mientras intentaba retomar su camino.—

Perdón por no estar ahí.—volvió a oír aquella voz que últimamente le molestaba.—

Como si me importara que estuvieras ahí.—respondió al mismo tiempo que se encogía de hombros de una forma desinteresada.—

¿Ahora me odias de verdad o es otro tonto intento de alejarte de mi?—preguntó Thomas sin ninguna emoción en su voz.—

Sea lo que sea está funcionando, ¿no?-la joven se volteó para encararlo y dedicarle una mirada que a cualquiera hubiera incomodado, pero el no era cualquiera.—En cuanto mi padre solucione sus problemas me iré de aquí y no sabrás mas nada de mi.

¿Crees que tu padre podrá solucionar sólo su problema? Por qué crees que vino a mi desde un principio. Es solo un idiota que por avaricia puso el peligro hasta a su propia hija.—esas palabras fueron como un click para que la joven estallara en furia.—

Bajó rápidamente los pocos escalones que la separaban del mayor y lo encaró, su rostro estaba rojo de furia y sentía su corazón latir con fuerza.

¿Te crees mejor que mi padre?—murmuro entre dientes con la mirada fija en el.—

《Born To Die》 Thomas ShelbyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora