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Chuuya's pov.

"Por qué cojones era domingo, las cinco de la mañana", pensé en un primer momento. En  cambio, mis recuerdos me respondieron a mi propia cuestión y me sentí entre avergonzado y patético. Con razón me había despertado sintiéndome tan mal, tan débil. Quizás, nada de eso hubiera pasado si el idiota de Dazai no me hubiera insistido en esa estúpida sesión. Ahora tendría estar encerrado hasta que me encontrara mejor.

Lo cierto es que, aunque solo hubiese pasado un día, o apenas horas, no tenía una fuerte sensación de celo por el momento y me sentí gratificante por un momento. También leí la nota de Atsushi que me ayudó a comprender un poco todo lo ocurrido y el por qué estaba en casa. Me escribió que me llamaría y que estaría devuelta el domingo por la tarde.

Tan pronto como salí de mi habitación, me sentí solo ante tanto silencio. Tuve que encender la tele para no angustiarme en mi única presencia y el sonido repetitivo de las agujas del reloj de la cocina. Como no tenía hambre, ni siquiera me molesté en preparar el desayuno o buscar cualquier chuchería que pudiera digerir rápidamente. Tampoco bebí nada, y sólo me molesté en mojar mi cara en el baño y colocar los fideos que, al final, no tuve que cocinar. Claramente que lo haría hoy, una ganga.

Abrí las ventanas para ventilar mi habitación y me pasé toda la mañana viendo un programa de televisión que ni me gustaba ni me entretenía. Anduve con la tele encendida mientras usaba el móvil para poder escuchar sonidos y no sentirme en tremenda soledad.

Era terrorífico sentirse así, tan vulnerable y dependiente al sonido constante de alguien más. Supongo que mi mayor miedo era perder a alguien más, el tenerlos frente a mí, yéndose, y no poder hacer nada para evitarlo.

Al mediodía sí que tuve algo más de productividad y hablé con mi hermana, que tenía pensado venir en fin de año, y además me tomé un baño larguísimo de mínimo una hora. Mis huesos y músculos se sintieron como nuevos cuando salí. Incluso me dio hambre por fin y preparé por primera vez unos fideos medianamente exquisitos.

Por la tarde, limpié mi habitación un rato hasta que sentí la necesidad de vomitar y sentarme. ¿Solución? Supresor y a seguir. No me gustaba abusar de ellos porque me hacían mal, pero tanto ayer como hoy quise hacer una excepción porque mi apetito sexual decaía con el tiempo de no ser por mi instinto interior, al cual no me apetecía hacer caso. Mi mente estaba más centrada en aprobar los exámenes o en sobrevivir, no en el sexo.

Aunque quería seguir reflexionando, me llegó una llamada a la que contesté sin mirar.

—¿Si?—dije neutro.

—Buenos días, Chuuya-san—me habló Atsushi tan amable como siempre—. ¿Te encuentras bien?

—Totalmente, gracias. ¿Qué tal te lo has pasado?—al otro lado del teléfono se hizo una breve pausa que me confundió por un momento. Luego, habló extremadamente bajito.

—Mi confesión no salió como esperaba pero... estamos saliendo.

—————

La noche antes.

Atsushi pov.

—¿Por dónde íbamos?

—Hmm, minuto cuarenta, más o menos—respondí.

—Ya, ya sabía—dijo tosiendo.

Sin más charletas, vimos la película en silencio, aunque con un contacto especial que había salido de él y que me daba mucha más confianza para mover mi carta y confesarle de una vez por todas lo que quería que fuéramos.

En una hora y poco más, la película había finalizado y debía ser mi oportunidad. En mi honesta opinión, he de decir que no presté atención y casi no me había enterado del hilo argumentativo. No fue porque no quisiera, sino porque era imposible prestar atención cuando tu mente y tu corazón están desbordados.

Hechos para estar juntos. [Soukoku/Shin Omegaverse]Where stories live. Discover now