Capítulo 11

1.3K 117 69
                                    

Los números regresaron. Con sólo una botella y la interacción más extraña de su vida el día de ayer con Draco, recurrió a contar de nuevo. Contó el número de respiraciones que tomó mientras se vestía. Cuántos libros puso en su mochila (la respuesta fue siete); cuántos pasos tomó para llegar desde su dormitorio a la puerta del retrato (veinticuatro).

Contó cuántas veces había besado a otra persona. El primero fue cuando tenía cuatro años con su amigo de la infancia: Daniel Peckherdst. No fue hasta una década después que besó a Viktor Krum, no fue tan bueno. Puede o no haber compartido algunos besos descarados con Dean Thomas. Estuvo feliz de ayudarlo a solidificar su orientación, aunque todavía pasó un año más o menos antes de que confesara su amor eterno por Seamus Finnigan. Entonces por supuesto, Ron. Luego Ron de nuevo. Ron, Ron, Ron, Ron, Ron.

Y de repente, Draco.

Ron.

Draco.

En total, fueron exactamente catorce besos. Pero ella sólo pensó en uno: uno, una y otra vez; uno, contra las estanterías; uno, con las manos en sus muslos; uno, con las piernas envueltas alrededor de él; uno, sabor a menta.

Levantó la vista de sus zapatos al entrar en el Gran Comedor. Uno, uno, uno. Se sentó al lado de Ron, que estaba ocupado riendo con Seamus y Dean. Hermione tomó un panecillo junto con una copa de sidra.

—Hola, Mione. —dijo Ron, dándole un beso en la mejilla.

Ese no contó.

—Buenos días. —murmuró, tomando un bocado de su panecillo de nuez y plátano, su favorito.

Uno, un par de labios increíblemente suaves.

Hermione levantó la vista de su panecillo cuando Neville se sentó frente a ella, y justo detrás de él, lo vio.

Dos, ojos plateados.

Él la estaba mirando, como siempre. No podía mantener sus ojos para sí mismo, pero no es que ella quisiera que lo hiciera. Ella le dio otro mordisco a su panecillo mientras él la miraba fijamente. Le dijo algo, no a ella, sino a Theo, que estaba a su lado. Incluso desde lejos pudo ver cómo fruncía el ceño. Una pequeña arruga se formó entre sus cejas. Sus ojos se apartaron de los suyos por un momento, mientras ella lo seguía observando. Draco le dijo algo a Theo, quien pareció molesto. Se murmuraban entre ellos con sus cabezas hacia abajo. Los ojos de Theo se movieron rápidamente a su alrededor. Draco hizo una pausa y regresó a su plato. Tomó un arándano y cuando sus ojos se encontraron con los de ella nuevamente, se lo llevó a la boca.

Hermione esperaba que se mantuviera alejado después de anoche, de lo que dijo y de la forma en que casi la estranguló hasta la muerte. Después de su pequeña sinfonía. ¿Qué significó todo?

—Te ves diferente. —dijo Ron a su lado.

Ella no apartó la mirada.

—Siempre me veo así.

—Fue un cumplido, Hermione. Estoy seguro de que puedes aceptar uno.

Su propia ceja se frunció mientras bajaba el panecillo a su plato. Se volvió para mirar a Ron, quien, por alguna razón, parecía molesto.

—¿Estás bien? —preguntó ella.

—No viniste a verme ayer.

—Lo hice.

—No en la enfermería —se quejó.

—Escuché que te golpearon. —Hermione lo tomó por la barbilla y giró su cabeza de lado a lado, examinándolo—. No veo hematomas.

Various Storms and Saints (Traducción)Where stories live. Discover now