Capítulo 20

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El Profeta llegó al día siguiente, el cual parecía haber causado un gran revuelo en el castillo.

Rodolphus Lestrange, esposo de la difunta Bellatrix Lestrange y notorio Mortífago, fue declarado culpable de varios delitos. Por hacer uso de la maldición Cruciatus en cuarenta y ocho ocasiones, se le sentencia a cuarenta y ocho años en Azkaban. El Wizengamont contó un adicional de treinta veces el uso de la Maldición Asesina, utilizando el hechizo de identificación y ubicación del Departamento de Misterios. Esto añadió treinta años más a la sentencia de Lestrange, lo que representa un total de setenta y ocho años. Ahora, a la edad de cincuenta y siete años, Lestrange pasará el resto de su vida bajo la supervisión constante de Dementores, sin oportunidad de contactarse con el mundo exterior.

A medida que los procedimientos legales llegan a su fin, el Mundo Mágico espera con ansias los últimos y más difíciles casos. El juicio de Lucius y Narcissa Malfoy, se espera que se programe en el transcurso de las próximas semanas. Se rumorea dentro del Ministerio que estos juicios podrían rivalizar con la duración de la audiencia de Antonin Dolohov, que duró veintinueve horas consecutivas. Nuestro mundo no tendrá paz hasta que el último de los mortífagos se encuentre tras las rejas.

—«El último de los mortífagos», sí, claro. —Seamus rio entre dientes, mientras arrojaba el periódico sobre la mesita de café.

Hermione se encontraba en la sala común de Gryffindor, decidiendo que sería mejor estar cerca de sus amigos cuando la noticia recorriera Hogwarts. Además, la sola idea de tener que pensar en el veneno la volvía loca

—Lo escriben como si uno de ellos no estuviera vagando por el castillo —continuó él.

—Podría haber más de ellos, sólo que, sin la marca, pero seguirán siendo mortífagos al fin y al cabo —agregó Dean.

—Se les llaman leales a esos malditos elitistas sangre pura —mencionó Seamus.

—Sólo se le puede decir Mortífago a quien lleve la marca —dijo Hermione, estudiando los rostros de todos a su alrededor.

Ron rodó los ojos ante sus palabras.

—Para mí, cualquiera que use una corbata verde es un maldito mortífago. Y Seamus tiene razón, mientras Malfoy siga respirando, nada ha terminado.

—No puedes hablar en serio, Ron —exclamó ella.

—¡Claro que hablo en serio! Es un maldito monstruo. ¡Debería estar pudriéndose en esa celda junto con Lestrange o, mejor aún, a seis metros bajo tierra junto con los otros!

Ron rio junto con Seamus y un par de Gryffindors más jóvenes. Hermione estaba simplemente furiosa.

—¿Piensas eso de todos los Slytherin? —preguntó Hermione.

—Por supuesto —respondió Seamus, chocando el puño con Ron.

Ella asintió lentamente, sintiendo la ira hervir en sus venas.

—Entonces, eso no te hace mejor que Voldemort,

—¿Disculpa? —exclamó Ron.

—No lo eres. Él pensaba de la misma manera que tú sobre cada muggle o nacido de muggles, por el simple hecho de tener esa etiqueta, automáticamente se consideraban inferiores a los sangre pura —dialogó, mirando directamente a Ron—, decir que quieres encerrar a todos los Slytherin en Azkaban o desearles la muerte, es exactamente lo mismo. No los conoces, sólo su etiqueta. Mierda, Ron, hay niños en esa casa. ¡Tienen once años! No eres mejor que Riddle tratando de matar a un bebé.

—Me comparas con Riddle, ahora ¿no es así? —espetó Ron.

Todos los demás estaban en silencio mientras observaban a los ex amantes destruirse mutuamente con sus miradas.

Various Storms and Saints (Traducción)Where stories live. Discover now