𝐍𝐄𝐖 𝐂𝐑𝐄𝐀𝐓𝐔𝐑𝐄 ━━━━ 𝐃𝐄𝐑𝐄𝐊 𝐇𝐀𝐋𝐄

𝟎𝟏. 𝒎𝒖𝒚 𝒋𝒐́𝒗𝒆𝒏𝒆𝒔

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—¿A MI TAMBIÉN ME van a regañar?

—No, cariño. Tú te caíste por accidente. Pero Scott, no creo que te dejen ir a casa de Stiles en un tiempo.

—Sólo me estaba divirtiendo —dijo haciendo un puchero indignado.

—¿Y entonces por qué no me dijiste que había lodo?

—No estás ciega.

—Scott —dijo Mía, advirtiéndolo.

Los dos niños McCall estaban llenos de lodo, incluyendo todo el cabello y cara. Gracias a ello, Mía había tenido que poner periódico en los asientos para que sus nietos no hagan un desastre en su camioneta. Aparte de tener que hablar con los padres de Stiles para que no lo castigaran por las ocurrencias de su nieto.

—¿Segura que no te quedas a cenar? Puedes tranquilizar a mami.

—No se va a enojar por un accidente, Esmee.

—Pero ha estado enojada con papi. Y eso la hace estresarse —respondió el castaño.

—Cuando lleguemos yo hablaré con ella. Pero ustedes se quitan los zapatos y se van directo a bañar.

Los niños de nueve y seis años asintieron algo inconformes. Pero en cambio la menor sentía que tal vez no sería así, ya que llevaba con un mal presentimiento desde hace semanas, y tenía miedo de que hoy sucediera ese algo.

A los pocos minutos ya habían llegado a la casa McCall. Y como Melissa no parecía haberlos notado, los niños aprovecharon para salir corriendo a los baños antes de que su mamá los viera. En cambio, Mía empezó a buscarla por toda la casa, hasta que la encontró en su habitación.

—¿Ahora que pasó? —le preguntó al verla acostada en la cama y con muchos pañuelos a su alrededor.

—Hola mamá —respondió sin ganas y con la cara hinchada por tanto llorar.

—¿Él te hizo algo? —preguntó alterada al pensar esa pequeña posibilidad.

—No.

Mía preocupada por su hija, se sentó a un lado de ella y la abrazó acariciándole el cabello.

—¿Entonces?

—Es que ya no lo pude soportar. Nos vamos a divorciar, pero no sé cómo se lo van a tomar los niños —dijo lo último, rompiendo a llorar otra vez.

Pasado los minutos, la mujer ahora sentía que se pudo desahogar mejor, no sabía cómo pero su madre siempre había tenido habilidad de reconfortarla con su tacto. En cambio, la mujer no estaba muy sorprendida por esa relevación, ya se lo presentía. Pero sí estaba preocupada por su hija y nietos.

—Ay mi niña. Te diría que lo lamento, pero en realidad se están haciendo un favor los dos. Rafael necesita aclarar sus prioridades y se que hiciste todo lo posible para ayudarlo, pero ahora es él quién debe ayudarse. Además, los niños necesitan dejar de oír tantas discusiones.

—¿Estoy haciendo lo correcto, mamá?

—En este caso, les estás haciendo un favor a todos, incluyéndote.

Pasadas unas horas, Mía ya se había ido, asegurándose primero que su hija ya había dejado de llorar. En cambio, la mujer ya no tenía la cara hinchada y ya había ido a saludar a sus hijos, a los cuáles ni siquiera los regañó por lo del lodo.