La flecha de Eros

12 2 2
                                    

La llamada preocupó más de lo que tranquilizó a sus padres, al menos al principio

Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.

La llamada preocupó más de lo que tranquilizó a sus padres, al menos al principio. Tuvo que mentirles un poco —lo cual no le gustó demasiado— para que, finalmente, se quedaran tranquilos. También les dijo que no se preocuparan por sus gastos extra —ya que iba a quedarse más tiempo del esperado—, pues se los costearía él mismo, no en vano había estado ahorrando desde que empezara a trabajar a los dieciséis años. Para la universidad había podido disponer de una generosa beca gracias a sus excelentes calificaciones.

No les dijo que, en realidad, no gastaría más dinero porque le pareció que decirles que se iba a un lugar donde no utilizaban ninguna moneda se preocuparían aún más. Incluso él estaba preocupado, pero la intriga y las ganas de saber pudieron más con él.

Así que se embarcó con Faina y dos amazonas más que lo saludaron como si las hubiesen obligado bajo extorsión en una nave discreta que parecía un barco de vela.

—¿Han venido en este barco? —Había preguntado el ingenuo muchacho sin saber la mala cara que le pondrían la pelirroja y la rubia que acompañaban a Faina. Tras eso empezó a entender por qué ella se consideraba el bicho raro de la tribu.

Debería haber leído aquellas señales como una clara advertencia de que lo mejor habría sido que se bajase del barco cuando aún estaba a tiempo, pero estaba cegado por su afán de conocer más sobre lo que le contaba Faina.

—Al final he sido el único que ha aceptado ir a la isla, por lo que veo —dijo Everett en un momento en el que las otras dos se apartaron y los dejaron solos.

—Pues sí.

—No me extraña —susurró—. No te ofendas, pero tus amigas no tienen muy buena cara.

—Ya —contestó la muchacha con cierta resignación—. Oye, Everett... cuéntame sobre eso que estudiaste, la ingeniería. Dijiste algo de un proyecto, ¿de qué se trata?

—Oh, eso. No quiero sacarlos aquí, me da miedo que se mojen, pero cuando lleguemos te puedo enseñar los planos de mi prototipo. Quiero crear una especie de armazón para que ayude a caminar a las personas que no pueden hacerlo.

Faina ladeó la cabeza, confundida.

—¿Te refieres a los bebés?

—¿A los bebés? —repitió Everett, como si le hubiese contagiado su desconcierto.

—Son los que no pueden caminar.

Everett abrió los ojos de par en par, perplejo al ver los límites que superaba el desconocimiento de la chica.

—Los bebés pueden caminar, lo que pasa es que no saben. Esto es para quienes saben, pero no pueden.

—No lo entiendo... ¿Quién no puede caminar?

—Me estás dejando perplejo, Faina. ¿Nunca has visto a nadie parapléjico? ¿Ni siquiera en la isla?

—Hum... no, en la isla todas podemos caminar y correr, saltar... todas peleamos y nos movemos bien.

Crónicas: Cómo crear un monstruoWhere stories live. Discover now