16

805 86 34
                                    

—Te has levantado temprano —noté secamente cuando Soonyoung entró en la cocina arrastrando los pies.

El gran tejano alzó dos cejas soñolientas en mi dirección. Si no lo conociera
mejor, la expresión en su rostro me llevaría a pensar que estaba borracho, pero solo se
encontraba muy cansado.

—Mmmm.

De acuerdo. Alguien no se hallaba de humor para hablar y eso estaba bien para
mí. No era como si me hubiese despertado en un fantástico estado de ánimo. No pude
evitar que la primera cosa que hice después de despertarme fuera llamar al hermano
de Jun para poder contarle lo que había visto el día anterior, solo para que me dijera que uno de sus hijos ya había hablado con él un par de días atrás.

—Intenté hablar con él, pero dijo que se golpeó la cadera —había explicado.

Así que iba a continuar con su historia; todavía no lo creía.

—No le creo.

Su hermano había hecho un sonido de duda que me dejó un mal sabor de boca.

—No lo sé, Won. No me gusta ese imbécil igual que a ti, pero no creo que Jun
mintiera sobre eso.

Ese era el problema con crecer en una familia que normalmente era honesta y
abierta… no sabías lo lejos que alguien podía ir para ocultar algo vergonzoso. Y supe justo entonces, que a menos que Jun fuera sincero con su hermano acerca de Jeremy poniéndose agresivo, o a menos que acabara con un ojo morado, no asumiría lo peor.

La conversación había sido inútil, solo añadiéndose a la irritación hirviendo a
fuego lento bajo mis venas durante días. Podía admitirme perfectamente que cuando no había estado revolviéndome y dando vueltas anoche, me había encontrado despierto, pensando sobre todas las cosas que no debería. Todas las cosas que tenían que dejar de molestarme, pero era imposible ignorarlas cuando todo me había golpeado tan duro. Uno tras otro, pinchazo, pinchazo, alejando mi resolución.

Mingyu. Mi madre. Susie. Jun.
Mi técnicamente marido. Mi madre. Mi hermana… aunque todavía quería un
informe de ADN para confirmar esa conexión. Mi mejor amigo de toda la vida.

¿Había alguien en este mundo en quien pudiera confiar? ¿En quien me pudiera
apoyar? A veces, se sentía que solo en mí mismo. Pensarías que lo sabía mejor para
ahora.

El sonido de pesas chocando en el gimnasio por el pasillo, me hizo fruncir el
ceño. Alguien ya había estado ocupado entrenando para el momento en que había
bajado las escaleras. Mientras que la mayoría de los atletas tomaban su semana libre para ir de vacaciones o pasar tiempo con sus familias, el grandote no lo hacía. No tenía.

Debería haberlo sabido mejor.

Para el momento en que había terminado de hablar conmigo mismo apartando
los pensamientos, Soonyoung había calentado algo de avena en el microondas y volcado una taza llena de condimentos en ella, tomando el asiento opuesto al mío en el rincón del desayunador. Una parte de un rompecabezas en el que Mingyu estaba trabajando, decoraba el centro de la mesa. Soonyoung y yo nos miramos al mismo tiempo y nos sonreímos, la suya una cansada y la mía una de “estoy irritado pero intento no estarlo”.

Mi tablet estaba al lado de mi tazón de cereales; había estado pasando de forma
ausente página tras página de un sitio web que vendía camisetas diseñadas por artistas independientes. Había vendido algo de mi trabajo allí en el pasado y estaba viendo si algunos diseños me daban ideas para trabajar hoy, a menos que tuviera algo
inesperado de último momento.

El timbre de la puerta sonó una vez —no el tiempo suficiente para ser molesto,
pero tampoco demasiado breve para ser ignorado— y me puse de pie.

TWOW  - MeanieWhere stories live. Discover now